¡Qué buena feria hemos pasado! Tras dos años sin ella, había ganas y la he abrazado de domingo a domingo, «apretujándola» bien para que no se me escapara, con la misma ilusión que cuando era una niña... ¡Ayyy! Ese caminar por El Real, la visión de las hileras interminables de casetas a ambos lados de la calle como singular comité de bienvenida, cada una con su identidad: su nombre, su nº, su gente pero compartiendo ese gusto de comunidad que te invita a «qued-arte» porque, ¡Dios mío, «qué de arte hay ahí `metío´!»...
Esa imponente Portada ofreciéndote cruzar sus tres arcos como los tres originales embajadores de los momentos para «poner en un marcos», ¡esos tres mosqueteros de la diversión te llenan de alegría el corazón! y cruzas... ¡Claro con cruzas La Portada! en ese instante sientes ese homenaje al viajero que constituye, y no ya por el guiño al V Centenario de la Primera Vuelta al mundo, sino porque notas que te homenajea a ti, hijo pródigo, que te fuíste y volviste derrochando por las calles agradecimiento porque se te brinda la oportunidad de ser dueño de un irrepetible momento...
Ese telón de fondo del griterio infantil, banda sonora de los indiscutibles reyes del ahora: los niños, disfrutando a lo grande en sus queridos cacharritos y en ocasiones, con la boca teñida de rosa por el algodón de azúcar...
Los olores, esos magníficos activadores de los recuerdos: olor a gofres, a chuches, a bueñuelos, a chocolate con churros... Desde luego, en La Feria es una injusticia entonar el «¡yo me aburro!»... Esa arena convertida en improvisada alfombra roja por la que desfilan las flamencas, cada una con su estilo, sus colores, sus flores, sus peinados... ¡El ánimo se queda maravillado!
Esos «himnos caseteros» espontáneos, las sevillanas y rumbas que suenan en cada caseta, llevando de la mano a los bailarines hasta la propia puerta en una interminable despedida... ¡Ay, La Feria! ¡la diversión de la vida!
Esta semana feriante ha tenido el arte de invitarme a reflexionar y pensaba yo: «Pues...¿no sería genial la filosofía FE-RI-A?» ya que si algo nos enseña esta semana es que la FElicidad es RIca en Autenticidad (FE-RI-A), quiero decir que los mejores momentos, los de disfrutar sin parar, ¡son los que están llenos de «verdá«, de alegría sincera, de genuína amistad! La filosofía FE-RI-A nos enseña que la FElicidad es RIca en Autenticidad porque bebe de lo más original: ¡el sentimiento de comunidad, las ganas de compartir, el conjugar todas las formas del verbo vivir siendo nosotros mismos! La felicidad no se nutre de artificio porque sabe que el verdadero beneficio nace del humano espíritu de servicio... El buen amigo que te agasaja con su rebujito y su comida está compartiendo contigo un trocito de su vida, ¡te está regalando cariño!(ahora me dan ganas de entornar aquella sevillana que decía: «Vivan las buenas personas, que vivan las buenas gentes, esas nunca traicionan, esas que nunca se venden»).
En la próxima ocasión que no sepas que regalar, ten bien presente la filosofía FE-RI-A, porque la FElicidad es RIca en Autenticidad.