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Varios camiones a las puertas de la Audiencia cargan detenidos para trasladarlos a la Prisión Provincial o a lugares de fusilamiento. / Fotos: Fototeca Municipal de Sevilla-Archivo Serrano
Los historiadores españoles, e incluso extranjeros, no se ponen de acuerdo en los motivos por los que tuvimos una guerra civil en nuestro país. El detonante fue el golpe de Estado del 17 y 18 de julio de 1936, dado por una parte de las Fuerzas Armadas contra el Gobierno de la Segunda República. Sin embargo, hay quienes niegan este hecho o que justifican la sublevación militar contra un gobierno democrático. El golpe de Estado nos llevó a la Guerra Civil, que acabó el 1 de abril de 1939. Lo que vino después fue una dictadura de cuarenta años, la dictadura franquista, que acabó con la muerte del dictador, Francisco Franco, el 20 de noviembre de 1975. Comenzó el proceso que nos llevaría a la democracia y coinciden muchos estudiosos en que fue una transición modélica, con la reconciliación de las dos Españas. Jamás habíamos vivido en nuestro país una etapa en paz y de bienestar social, como esta de los últimos cuarenta años. Pero quienes gobiernan ahora, una coalición social-comunista apoyada por independentistas vascos y catalanes, creen que hay que acabar de un plumazo con esta etapa de la historia de España, y en eso andan, ajustando cuentas con quienes ganaron la también llamada Guerra de España. Ayer se aprobó la Ley de Memoria Democrática y algunas de las medidas que se van a tomar será sacar a José Antonio Primo de Rivera del Valle de los Caídos, echar a los frailes benedictinos, volar la cruz e ilegalizar la Fundación Francisco Franco. ¿Estarán seguros en el Gobierno de que todo esto servirá para que los españoles dejemos de estar enfrentados y vivamos al fin en paz, dedicándonos solo a trabajar y disfrutar de la vida? El tiempo lo dirá. Puede ocurrir lo contrario, que el franquismo siga creciendo –ahí tienen el auge de la ultraderecha–, y no acabaríamos nunca. Cuando nos demos cuenta habrá pasado un siglo del golpe de Estado de Franco de 1936 y seguiremos enfrentados, con el odio fresco y el garrote dispuesto.