‘La isla de las tentaciones 2’ o la apoteosis del bochorno

En el capítulo de hoy se conocerá lo que sucedió en la llamada ‘última hoguera’ que debe ser el colofón de un programa prescindible y estúpido

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18 oct 2020 / 21:59 h - Actualizado: 18 oct 2020 / 21:59 h.
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  • ‘La isla de las tentaciones 2’ o la apoteosis del bochorno

Programas como ‘La isla de las tentaciones’ dan idea de lo que un tipo de personas tiene en la cabeza como forma de vida. Y son pocos. Me niego a pensar que esto es cosa de toda la juventud española. Las universidades están llenas, los jóvenes trabajan y aceptan retos serios que les exigen esfuerzos monumentales, se aplican para atesorar conocimiento, quieren tener un criterio solvente. Eso de hacerse famoso por participar en un programa de televisión repugnante en el que se lucha por ser más infiel que otro, en el que lo que vende es el daño y el sufrimiento de una persona es, sencillamente, triste y patético.

El casting en estos programas debe ser terrible. ¿Qué buscan? ¿Al más tonto? ¿Al que menos escrúpulos tiene? ¿Al que está dispuesto a cualquier cosa a cambio de aparecer en otros programas igual de miserables? ¿Buscan personas con cocientes intelectuales por debajo de 80? Desde luego, abren la boca y lo hacen para destrozar el lenguaje y para hacer una exhibición sobre lo que significa ser superficial, vacío e irrelevante. Les pagan por ello. Es una cosa incomprensible.

Lo que más me provoca perplejidad es asistir a momentos machistas y degradantes y que nadie diga nada. Ni siquiera todos los que se envuelven es el feminismo más puro son capaces de abrir la boca cuando la mujer se convierte en un objeto, muchas veces, de usar y tirar. Porque meter a diez mujeres para ser moneda de cambio es muy asqueroso. Lo mismo pasa con ellos. El ser humano pierde la dignidad al disfrutar con estas cosas.

A mí, desde luego, no me gusta ver sufrir a la gente, me interesa muy poco si se acuestan unos con otros, y no entiendo un programa en el que la idea más profunda que se maneja (solo los más listos) es ‘todo esto es muy fuerte, tía’.

Piense usted en su propia dignidad. Piense en la de los jóvenes que cegados por un dinero fácil están haciendo el ridículo hasta extremos inaguantables. Y apague el televisor. Yo, desde luego, me voy a leer.