Ojana in Excelsis

La Isla de las Tentaciones del Paseo Colón

Un programa que tiene más similitudes con un documental de La 2 de los ciervos en época de berrea que con otra cosa

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Juanmi Vega @Juanmivegar
21 ene 2020 / 05:45 h - Actualizado: 21 ene 2020 / 05:45 h.
"Ojana in Excelsis"
  • Bar de copas del Paseo Colón. / El Correo
    Bar de copas del Paseo Colón. / El Correo

Esta semana hemos asistido a un nuevo fenómeno televisivo. La Isla de las Tentaciones es un programa en el que, resumidamente, separan a las parejas en dos casas y en ellas meten cuerpos esculturales para que pequen, demostrando que la fidelidad es algo del pasado. En foros de opinión se han adelantado al final del programa y aseguran que todos van a terminar pasando por el confesionario para redimirse de sus pecados.

Un programa que tiene más similitudes con un documental de La 2 de los ciervos en época de berrea que con otra cosa.

Todo el mundo asegura que este programa es telebasura y nadie lo ve. Lo cierto y verdad es que es el tema de conversación estrella, tanto en las redes sociales como en los grupos de Whats App y barras de bar.

En Sevilla tenemos nuestra propia Isla de las Tentaciones y se localiza en el Paseo Colón. Allí nos encontramos a una fauna que ríase usted de la que hay en la reserva de El Castillo de las Guardas.

El Paseo Colón es la milla de oro del Gin Tonic con extra de macedonia de frutas en el vaso. Atrás quedaron los tiempos de Pepe Yebra y sus copas en Duralex.

Allí te encuentras a gente con cuarenta años que creen que tienen veinte. Es como si una persona de treinta se va a echar el día a Puerto Perico a la piscina de bolas, que está muy bien, pero esa época ya pasó. Los juguetes se quedan en cajas de plástico para coleccionar y no para montar una fantasía en la que un Power Ranger es capaz de marcar un gol para ganar el mundial.

Saber retirarse a tiempo es una virtud. Los hay que no se cortan la coleta y les coge el toro, nunca mejor dicho.

En el Paseo Colón ocurre lo mismo. Te encuentras a padres y madres de familia, con su cónyuge esperándolo en casa, y ellos dándolo todo y charlando con gente veinte años más joven para vivir algo que no pudieron hacer en su momento.

Es como el sacerdote que tiene que guardar el celibato y lo encuentras en aplicaciones de ligoteo. Nadie le obligó a tomar la decisión de dedicarse en alma al Señor, porque en cuerpo, a la vista está, no lo hace.

La fidelidad se está perdiendo y la apartamos de nuestra vida como a la fruta escarchada del roscón de reyes.

Cristóbal Colón descubrió las américas y algunos sevillanos descubrieron el adulterio en su paseo, aunque ambas cosas siempre estuvieron allí.