«La Isla de las Tentaciones» es un programa tan estúpido como cruel. Es por eso por lo que los participantes parecen haber salido del ‘Centro de estudios de la estupidez absoluta’ o algo así.
La cosa va de meterse en una casa con un grupo de chicos y chicas para saber si eres capaz de aguantar el impulso sexual que te empuja a poner los cuernos a tu novia o a tu novio. Pero no solo es eso porque este programa se está convirtiendo en una fábrica de excusas que sueltan los infieles como si fuera un saludo o un refrán. Por supuesto, son ejemplo de idiotez. Por ejemplo, uno de los tipos que están en una de esas casas, todo el día de fiesta, rascándose los testículos con gracia y desparpajo, diciendo sandeces como si las conversaciones entre estos individuos fueran el campeonato del mundo de bobos, dice que su novia (una tal Ana) debe valorar lo que está haciendo porque él ya no puede más. Esto quiere decir, que Ana debe estar dando gracias al sujeto y besando por donde pisa porque no se ha metido en la cama con otra para beneficiársela. Solo la besa, la abraza, perrea con ella y esas cositas. Este chico es un héroe, de verdad, y nadie se lo va a reconocer jamás. Maldito mundo. Y, mientras, Ana sufriendo a todo sufrir sin decidirse a dejarse llevar y pasarlo en grande. Este es el nivel.
Otros novios sufrientes son los que miran la pantalla para comprobar que su novia o su novio le está poniendo los lereles sin despeinarse y pidiendo comprensión. Los hay que llegan a decir que eso es lo normal y que no pasa nada, que no es motivo de ruptura acostarse con alguien distinto al que es tu pareja.
Y así, cada semana unos y otros van demostrando que a la tele se va a dar espectáculo y que las familias tienen la obligación de entenderlo, que nadie tiene derecho a poner en entredicho nada de lo que hacen, que la juventud es ese tiempo en el que todo vale... Por supuesto, los jóvenes que acuden a este tipo de programas no son la representación de nadie. En España los jóvenes, en su gran mayoría, se corren unas juergas de miedo, es verdad, pero después de estudiar, de trabajar, de buscar trabajo, de progresar como personas. Lo de perrear y cobrar por ello sumado a poner los cuernos a tu pareja delante de toda España es cosa de pocos aunque nos lo quieran vender como lo normal y lo más lógico.
Que en los tiempos que corren tengamos que escuchar todavía a alguien que insinúa que no le pone los cuernos a la novia y que debería pedirle perdón por ello es de coña. La televisión es un desastre.