Una prueba de que el Gobierno está hasta las trancas, a pesar de las encuestas de Tezanos, es que el propio presidente y la mayoría de sus ministros están totalmente obsesionados con la oposición. Más bien con Feijóo y Ayuso, que son quienes van a mandar a la izquierda al garaje y a Sánchez a su casa. Si el Gobierno cree que lo que ha hecho todo bien, naturalmente, ¿a qué viene esa violencia verbal contra los líderes del Partido Popular? Porque saben ya que les está llegando el final y que el Partido Socialista lo va a pasar mal si se va de nuevo a la oposición a nivel nacional. Es una vergüenza estar viendo todos los días a destacados ministros y ministras atacar de manera miserable a los líderes de la derecha, cuando la derecha se ataca sola con sus torpezas. Por ejemplo, animando a los transportistas a una huelga que será un fracaso y que no procede ahora, en estas fechas y con los ciudadanos ahogados con la inflación. Si la mejor prueba de una buena gestión son los resultados, está claro que el Gobierno no cree en lo que ha logrado, que es mucho. Lo que tendrían que hacer Sánchez y sus ministros es vender esos logros, en vez de incendiar todos los días las redes sociales contra la presidenta de la Comunidad de Madrid y el actual líder del Partido Popular. Les están poniendo en bandeja el poder y si entramos en recesión económica al final del invierno, que parece ya algo inevitable, los más débiles lo van a pasar muy mal con Feijóo de presidente. Viendo que se avecina el desastre electoral, Sánchez seguirá dando dinero a diestro y siniestro sin demostrar debilidad reduciendo ministerios o cesando al ministro Marlaska, que huele ya a cadáver político desde hace tiempo. Por otra parte, la izquierda de mercadillo, la de Iglesias y Yolanda Díaz, se acabará devorando así misma y contribuirá de manera lamentable a que la derecha vuelva a gobernar el país, con mayoría absoluta en la Comunidad de Madrid –nadie duda ya de esto–, y una victoria holgada a nivel estatal. Sánchez está pensando ya en recuperar a Iglesias para seguir en la Moncloa, como último recurso, porque el de Vallecas se aburre arrimado al perol de la SER. Como no lo quieren ya ni en la Complutense, se está pensando muy en serio volver a liderar Unidas Podemos para repetir el abrazo con Sánchez y enterrar definitivamente a la tradicional izquierda española, proceso que comenzó con Felipe González. Y en la derecha, claro, se vuelven a frotar las manos.