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La Tostá

La Junta margina a los tablaos flamencos

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
15 may 2020 / 18:46 h - Actualizado: 15 may 2020 / 18:51 h.
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  • Un tablao flamenco. / Álvaro Cabrera
    Un tablao flamenco. / Álvaro Cabrera

Hoy ha habido una reunión telemática de la consejera de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía, la sevillana Patricia del Pozo, con los distintos representantes del sector del flamenco para comunicarles las ayudas económicas de cara a la pandemia y sus negativas consecuencias en el género artístico andaluz. A esta reunión no fueron invitados los tablaos andaluces, pero anoche mismo escribieron una carta urgente a la consejera quejándose del olvido y al final ha habido una representante del Museo del Baile Flamenco, de Sevilla, Tina Panadero. Habrá dinero para las peñas flamencas andaluzas y no para los tablaos, aunque algo les ha tocado al final. Ni para pagar la luz.

Inexplicable olvido si tenemos en cuenta la labor tan importante que llevan a cabo los tablaos flamencos, que a diferencia de las peñas, contratan a muchos artistas a lo largo del año, dándolos de alta en la Seguridad Social, y son la referencia para los cientos de miles de extranjeros que vienen cada año a Andalucía, que no van a las peñas o no en la misma medida que a los tablaos. Es verdad que un tablao de flamenco es un negocio, como un restaurante o una cafetería, aunque sobre eso habría que ponerse a ver los números. Cuando pagan nóminas, seguros sociales, impuestos, mantenimiento y otras cosas, los beneficios asombrarían a más de un gobernante.

El mundo de las peñas argumenta que son el refugio para los artistas en invierno, cuando acaba el verano, y no les falta razón. Una vez al mes, o dos como mucho, dan recitales en sus locales, pero los tablaos andaluces dan flamenco todos los días del año y trabajo a muchos artistas, que cotizan por actuar en estos locales. Además, los tablaos mantienen la esencia, porque es sabido que suelen programar un flamenco tradicional y de calidad, aunque, lamentablemente, no todos. Sí una mayoría y no parece justo que ni siquiera fueran llamados para estar en la reunión de hoy. Al final han estado porque le enviaron anoche una carta a la consejera, como ya hemos dicho.

Al hablar de flamenco, Sevilla no se podría entender sin sus tablaos, que existían ya en el siglo XIX. Un café cantante era un tablao al que iban tanto lugareños como extranjeros a ver bailar a la Carbonera o Rosario la Mejorana, escuchar cantar a Silverio o Carito de Jerez o tocar la guitarra a Paco el Barbero y el Maestro Pérez. Ahí empezó prácticamente este arte andaluz. No había autoridad extranjera o turistas en general que regresaran a sus países de origen sin haber vivido una noche en el Café del Burrero o el Salón Silverio, que estuvieron años en el casco antiguo de Sevilla antes de que llegara el apogeo de los tablaos, llamados ya así a mediados de los cincuenta del pasado siglo, con locales tan emblemáticos como el Cortijo del Guajiro, que estuvo en la calle Salado.

Luego llegaron El Patio Sevillano, La Cochera, Los Gallos o El Arenal, para hacer historia. Todos los grandes artistas de la época pasaron por estos locales, desde Matilde Coral y Farruco, hasta Fosforito y Trini España. Lebrijano, Curro Vélez, Chocolate, Naranjito de Triana, Chano Lobato, Romerito, El Poeta, Manolo Brenes y un largo ectétera. Por tanto, es inadmisible que se haya intentado dejar atrás a los tablaos, con la ruina que tienen ahora mismo. Ni se sabe cuándo podrán abrir sus locales, y en qué condiciones. Algunos, a lo mejor, hasta cierran definitivamente.