- Una manifestante se enfrenta a la Policía durante una manifestación contra la amnistía frente a la sede del PSOE en Ferraz. / E.P.
Dentro de una semana ya no habrá manifestaciones contra la amnistía y Sánchez, porque estas protestas en la calle no suelen ser eternas. A Sánchez, además, le importan un pimiento porque ya es de nuevo presidente del Gobierno gracias a que ha comprado todos los apoyos necesarios para seguir en el poder. Lo volvería a hacer dentro de cuatro años, si aguantara la legislatura, porque es la única manera que tiene de seguir viviendo en la Moncloa, al no ser ganador de elecciones. Si las hubiera de nuevo, por ejemplo en diciembre, las perdería y sería el final de su carrera política, algo que le aterra. Los dictadores, y Sánchez lo es, solo salen del cargo por la fuerza o porque se mueren. Por muchas manifestaciones que haya, de todos los colores, no se irá a su casa, entre otras razones porque está convencido de que siguiendo nos va a salvar la vida a todos. Y de que es un presidente legítimo, que lo es, aunque lo sea porque ha comprado el apoyo que necesitaba para serlo. Incluso el de un condenado por la Justicia española, Puigdemont. No cabe mayor corrupción que la de comprar votos para gobernar y comprarlos con dinero público. Y si los ciudadanos se echan a la calle a protestar, leña al mono.
Es increíble la leña que está dando la policía de Sánchez, algo impropio de un gobierno progresista, de izquierdas. He visto imágenes francamente impresentables en un país democrático como el nuestro. De país bananero, vaya. Y no solo es increíble lo de la leña de las fuerzas del orden público en estos días, sino el lamentable hecho de que la presidenta del Congreso, la señora Armengol, interrumpiera al líder de Vox, Santiago Abascal, por hablar de golpe de Estado en su discurso. No se puede censurar de esa manera a un diputado, al líder de un partido de la oposición y molestarse porque se hable en el Congreso de golpe de Estado, como se está hablando en la calle y hasta en los medios de comunicación del país. Periódicos internacionales de prestigio se refieren al ataque a la democracia y el Estado de Derecho en nuestro país, así que es lógico que un señor como Abascal, líder de la derecha radical, haya hablado en el Congreso de golpe de Estado y es inadmisible que la presidenta lo cortara, le invitara a retirar sus palabras y, por último, lo amenazara con hacerlo ella misma del Diario de Sesiones, si él no lo hacía. ¿Cómo le llamamos a esto? Gobernar sin haber ganado las elecciones, comprando apoyos.