La Madrugá...por muchos años que pasen

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23 mar 2016 / 19:00 h - Actualizado: 23 mar 2016 / 19:01 h.
"Madrugá","Habla, Sevilla","Pregón de la Semana Santa 2016"

Dentro de unas horas empieza la Madrugá. Si hace unos días empezó la mayor Semana Santa de España, hoy lo hace uno de los momentos más esperados del mundo cofrade y de aquellos, que sin serlo, son conscientes de la valía religiosa, social y cultural que se generan por las calles sevillanas. Sólo así se explica que la población de Sevilla se duplique en esa semana, y gran parte de culpa la tiene la Madrugá. Sólo en dos ocasiones se le privó a Sevilla de la Madrugá. Una, en 1933 durante la II República, y otra (hace poco) en 2011 por la lluvia. Pero incluso sin salir los altares a la calle... hay Madrugá.

Y es que por muchos años que pasen queremos seguir viendo al Silencio, la hermandad más antigua de la Semana Santa, y a su Virgen María Santísima de la Concepción impregnada sólo con flores de azahar; o esa larga espera de los miles de nazarenos de la Esperanza Macarena hasta ver la Señora de Sevilla y sus famosas esmeraldas en el pecho que le regaló en su día Joselito el Gallo; o la otra Señora de Sevilla y cara de Triana –la Esperanza de Triana–, vinculada siempre a los marineros y que tiene entre sus muchas curiosidades la de llevar un salvavidas siempre consigo.

Y es que por muchos años que pasen queremos seguir viendo al Señor de Sevilla, al Gran Poder –esa obra cumbre del barroco sevillano de Juan de Mesa– andar por Sevilla, como solo él sabe hacerlo. Y es que por muchos años que pasen no renunciamos a ver Los Gitanos er Manué tan vinculado siempre a la Casa de Alba y cuya duquesa es la camarera mayor de la Virgen; o ver el espectacular palio del Calvario, que dicho sea de paso es el que más candelería tiene de toda la Semana Santa. Y es que por muchos años que pasen nos sigue sorprendiendo los ciento veinte soldados de la guardia pretoriana de Poncio Pilato –Los Armaos–; como sorprendiendo sigue ese regusto especial de ese desayuno una vez de vuelta con el sueño y el frío en el cuerpo, y la sensación de haber cumplido –una vez más– tus deseos.

Mientras tanto, ¡sé feliz!