Viéndolas venir

La mascarilla colgona

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Álvaro Romero @aromerobernal1
26 may 2020 / 09:57 h - Actualizado: 26 may 2020 / 09:59 h.
"Viéndolas venir"
  • La mascarilla colgona

La moda de la mascarilla en el codo puede tener un deje casi cool, pero a mí me recuerda a aquella antigua resistencia del cinturón de seguridad preso del pellizco a la altura del muslo, sin ajustar; al casquito quitamultas; al cigarrito a escondidas, a esa manía persecutoria del españolito al que siempre se le antoja más temible la norma que la enfermedad.

Ahora que al bicho se le teme menos, o que parece que se ha quedado por los madriles dadas las ganas de playa, porque aquí el turismo es remedio de todos los males, vamos con la mascarilla colgona, a medio labio, o a media mandíbula, o directamente en el cuello, como un complemento más que hemos de usar si aparece la autoridad, o peor, si aparece el bicho repentinamente. Si por un casual nos encontrásemos frente a frente con el célebre coronavirus, nos subiríamos la mascarilla en condiciones, tapándonos boca y nariz, pero como de momento nadie lo ve a ciencia cierta, y los datos del ministerio parecen tranquilizarnos con esas 2.000 muertes menos que nos anunciaron ayer, pues vamos con la mascarilla a medio poner, como esa gente que usa las gafas de sol de diadema, por si en un momento inesperado la sorprende el Lorenzo a traición.

Si las cifras siguen, grosso modo, en descenso, aumentará esa estampa del ciudadano con la mascarilla como una carga, como una goma mal usada alrededor de la cara, o medio colgando de las orejas sin función precisa. Y es probable que su tematización, porque empezaron los de la banderita de España ostentando no sé qué patriotismo bajo la mirada, y siguieron los finos que no se ponían sino su mascarilla personalizada, y dentro de nada veremos a más de uno con su mascarilla con el superhéroe de turno o con algún lema necesario.

Pero me temo que el bicho, pese a las apariencias y a este calor estival, no está en su última agonía. Y que, más pronto que tarde, tendremos que interiorizar que la mascarilla no nos vale solo para cumplir con los demás, sino con nuestra propia salud, con nuestra propia vida.