Viéndolas venir

La Navidad no necesita salvación

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Álvaro Romero @aromerobernal1
29 nov 2020 / 10:20 h - Actualizado: 29 nov 2020 / 10:21 h.
"Viéndolas venir"
  • Jesús Hellín - Europa Press
    Jesús Hellín - Europa Press

Vivimos en una cultura cristiana –seamos cristianos o no, eso da igual- que nos ha predicado en los últimos milenios que la Navidad nos trae la Salvación, así, con mayúsculas, porque no se trata de una salvación parcial, de un recurso de última hora para salvar los muebles, para ir tirando, no, sino de una salvación vital, no coyuntural y sí estructural, que se dice ahora. No obstante, en plena crisis del coronavirus, se predica ahora que hay que “salvar la Navidad”. Supongo que se refieren al mismo tipo de salvación que hicimos con el verano, lo cual, como se demostró luego en septiembre y octubre, no fue sino una tremenda irresponsabilidad. Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Ahora no hablamos de piedras, sino de olas, y vamos a por la tercera.

Los datos van mejorando notablemente: hay menos contagios en casi toda España en las últimas semanas, y la dichosa curva va bajando. Lo malo no es solo que la curva se parezca –ya lo sabemos- a una serpiente, sino que la bicha parece apaciguada ahora que se han tomado medidas como el toque de queda o los cierres perimetrales, entre otras. La bicha está deseando que llegue la fiesta porque será, sobre todo, su fiesta. Y luego, como diría mi padre, tan jodido es enero como febrero.

En este sentido, autoridades y ciudadanos deberíamos ser conscientes de que nos enfrentamos a los peores meses de un prólogo que puede ser distinto: el de nuestra salvación frente al coronavirus o el de nuestra perdición porque, aun con vacunas, sea demasiado tarde. Hay que decirlo claro y dejarnos de medias tintas, porque, además, hemos vivido un año horrible a excepción de los más horribles meses: enero y febrero.

Es lícito que quienes viven de la Navidad protesten para salvar sus economías. Y sería esperable que las autoridades fueran discretas a la hora de elegir quiénes necesitan una salvación posible y merecida. Pero que no nos confundan con las metáforas: no es la Navidad quien necesita salvarse, sino nosotros.