La Tostá

La nostalgia es flamenca

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
22 jul 2019 / 10:03 h - Actualizado: 22 jul 2019 / 10:10 h.
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  • Antonio Mairena. / El Correo
    Antonio Mairena. / El Correo

Hablo con aficionados de mi generación que están demasiado desencantados con el cante de nuestros días. Dicen que no hay artistas, solo cantaoras o cantaores de oficio con la lección bien aprendida. Que las verdaderas figuras eran las de hace medio siglo, cuando llegaba un fin de semana y teníamos diez buenos carteles donde elegir y en cada uno de esos festivales había siete u ocho estrellas de lo jondo, desde Mairena a Camarón.

El arte flamenco tiene casi dos siglos de historia y siempre ha estado invadido por la nostalgia del pasado. Antonio Mairena no paró nunca de hablar del pasado, pero cuando él se hizo el amo, en 1962, cuando le dieron la Llave del Cante, empezó a decir que el flamenco comenzaba a vivir un buen momento. Con él al frente, claro. Algo parecido hizo el Niño de Marchena, quien, cuando ya no era tan niño, dijo que él le había dado al cante una categoría y un brillo, y que antes de su llegada era algo “de baja estofa”.

¿Hay hoy figuras de la altura de Mairena y Marchena? Ni mucho menos. Pero es la nostalgia de los flamencos la que hace que nazca el desencanto. Hoy se escribe más de Tomás Pavón, la Niña de los Peines, Caracol y Valderrama, que de José Mercé, El Pele o Carmen Linares, tres de las figuras principales del cante actual. Esto pasa, en parte, porque estos mismos artistas también se refieren al pasado como la mejor época del cante, sin decir etapas. Y si comparamos la etapa actual con todo el pasado del cante, esta sale perdiendo de una manera clara.

También pienso que hoy no hay figuras como las de hace medio siglo, en referencia al cante. Y que hace medio siglo no las había como hace un siglo. Porque soy también un gran nostálgico del cante jondo. Hasta los jóvenes intérpretes lo son porque son en general unos grandes imitadores: el que no copia a Mairena, emula a Caracol, la Niña de los Peines, Morente o Camarón. ¿Desde cuándo no sale un intérprete del cante con la personalidad arrolladora de un Camarón o un Lebrijano?

Dante dijo que no hay mayor tristeza que recordar, cuando estás en la miseria, un tiempo feliz. ¿Se imaginan si con esta realidad flamenca no pudiéramos recordar un tiempo feliz y poder escuchar a Tomás Pavón o Manuel Vallejo aunque sea en discos? Sería terrible. Ser aficionado al cante no es solo seguir a Rancapino Chico o Jesús Méndez en los festivales de ahora, que en nada se parecen a los de antaño. Por tanto no soy un desencantado de lo actual, sino un enamorado de lo que me hizo aficionado hace cuatro o cinco décadas. ¿Un nostálgico?