La ‘otra’ Sevilla (II)

Breves memorias de los primeros años de la Transición Política, vividos en primera persona y que jamás olvidaremos

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09 nov 2017 / 21:26 h - Actualizado: 09 nov 2017 / 21:45 h.
"Andalucía eterna"
  • Fotografía de Spínola, Sor Ángela y Tarín, en el despacho de Nicolás Salas.
    Fotografía de Spínola, Sor Ángela y Tarín, en el despacho de Nicolás Salas.
  • Crisma de Mingote.
    Crisma de Mingote.

Estábamos en 1978, en plenitud de la llamada Transición Política, y España bullía por los cuatro costados. Todo eran problemas. Nadie estaba de acuerdo con nada. Mientras, la ETA y el Grapo, martirizaban a los españoles... Nosotros teníamos en un rincón del despacho de dirección de Abc un cuadro con tres pequeñas imágenes. Eran Spínola, Sor Ángela y Tarín. Le llamábamos nuestros Ángeles de la Guarda...

Nadie podría imaginarse lo que era la soledad del despacho del director, durante todo el día, pero aún más intensa durante la madrugada. Soledad pura y dura... Soledad inquietada por el timbre del teléfono rojo, que siempre nos daba malas noticias. Una de ellas fue el estallido de una huelga de limpiadoras en el Hospital de la Seguridad Social, promovida por Comisiones Obreras.

Aquella huelga duró una eternidad. Nos llegaban al diario noticias inquietantes sobre las consecuencias del paro. Testimonios alarmantes provocados por la falta de limpieza, de higiene en todo el edificio, pero, sobre todo, en las zonas de quirófanos. Fotos de ratas... Fotos de montones de basuras amontonadas por doquier. Los efectos inmediatos fueron la paralización de las intervenciones quirúrgicas y el aumento de las listas de esperas.

Así que nos lanzamos a una campaña diaria contra la huelga y sus efectos. Y la respuesta de Comisiones Obreras fue llevarnos a los tribunales. Perdieron en todas las instancias y acudieron al Tribunal Supremo. Y allí también perdieron. Entonces comenzó un odio cerril contra mi persona y mi familia. Mi hijo mayor fue perseguido en el Instituto San Isidoro. Mi hija mayor perdió todo un curso en el Instituto Luca de Tena, por decisión democrática de la profesora Pepa Acosta. Y media Sevilla se llenó de pintadas con textos contra mi persona. Sobre todo fue pintada toda la fachada del edificio La Prensa, en Marqués del Nervión, número 93, donde estaba nuestro hogar, con textos que guardo fotografiados y que expresaban toda la sinrazón que guiaba a los que decían que luchaban por la libertad y la democracia.

Mingote tuvo el gesto de enviarnos un crisman personal, que nos llenó de alegría. Y que ahora reproducimos.

Pasaron los años y pasó también la fiebre provocada por el cambio político. Nosotros jamás movimos una mano contra nadie... Al contrario, recuperamos la memoria histórica de Pepe Díaz y Saturnino Barneto, dos grandes hombres del anarquismo que engrosaron las primeras filas del Partido Comunista. Hoy ambos tienen calles en Sevilla promovidas por nosotros. Pero sí seguimos sufriendo el odio despertado en 1978. Han pasado casi cuarenta años y ellos siguen en sus trece...

En paralelo a aquellos años setenta y ochenta del pasado siglo, sufrimos las amenazas de muerte de ETA y el Grapo. Un mal día asesinaron al empresario Rafael Padura y se abrió una investigación. Resulta que Rafael Padura era el quinto en una lista cuyos primeros cuatro nombres eran Javier Benjumea Puigcerver, fundador de Abengoa; Juan Salas Tornero, presidente de la CEA; Enrique Esparcia, delegado de Telefónica; y nosotros... Y ese día los cuatro estábamos en Madrid y por eso nos salvamos. Entonces comenzó para nosotros una larga y penosa experiencia de vivir con escolta policial noche y día.

Gracias a tener que esperar a la escolta, fuimos Premio Luca de Tena de periodismo? Resulta que mientras esperábamos en la madrugada de un sábado la llegada del grupo de escolta, entró en el despacho el redactor-jefe de cierre de edición, Juan Luis Manfredi. Traía en la mano temblorosa un telegrama de la agencia Efe inquietante. En Bilbao, cerca de una escuela, una bomba terrorista había destrozado a una mujer de etnia gitana y al bebé que llevaba en su vientre. El jefe de la escolta, el inspector Manuel Díaz Bernal y nosotros estábamos tomando un café antes de salir para mi domicilio. Ambos nos quedamos paralizados por el terror. Di orden de parar las máquinas y meter el telegrama en última hora. Recuerdo que apostillé: esto hay que darlo y que luego digan que somos unos desestabilizadores...

Pero en minutos volvió Juan Luis Manfredi y traía una telefoto horrible. Entonces ya no podía darse en huecograbado, cerrado desde las diez de la noche. Y sin dudarlo, le dije a Manfredi: saca mi artículo de Sin Rodeos, ubica la foto en ese espacio y dime el espacio que queda libre para escribir el pie. Manfredi volvió enseguida y me dijo: director, queda muy poco espacio, apenas quince líneas. Y sin pensarlo dos veces, miré a mis tres Ángeles de la Guarda y me puse a escribir. Fueron unos minutos. Salió el texto de un tirón... Cuando saqué el folio de la Olimpia, se lo di a leer a Manuel Díaz Bernal. Este lo leyó y me lo devolvió en silencio.

Al día siguiente, mi secretaria Lola Medina Sangrán, sin decirme nada, envió el artículo al Premio Luca de Tena. Y varios meses después recibí una llamada de mi presidente, Guillermo Luca de Tena, quien emocionado me dijo: Nicolás, eres Premio Luca de Tena. Y tu artículo es el más breve de la historia.