La pandemia de las banderas

Los políticos españoles siguen jugando a nadie sabe qué. Ni una solución rotunda, sin una esperanza a la que pueda agarrase un español que piense en la que tenemos encima

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21 sep 2020 / 16:34 h - Actualizado: 21 sep 2020 / 16:42 h.
"Opinión","Coronavirus","Pedro Sánchez"
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Nada, no hay nada que hacer. Los políticos no se enteran de nada de lo que sucede a su alrededor; viven en un universo paralelo en el que todo gira alrededor de ellos mismos.

Se reúnen, en Madrid, Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso y lo primero que hacen es un despliegue de medios absurdo y patético. Con lo que se ha gastado en banderas la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid se pagaba el trabajo de un rastreador una semana. Y si el gasto es de Moncloa las cuentas salen del mismo modo. Cuenten banderas y multipliquen por 100 euros (el paño y el mástil cuestan más, pero seré prudente). Y una vez que montan el espectáculo comienzan a decir majaderías. A pesar de haber demostrado ser dos nefastos gestores de esta pandemia, la señora Díaz Ayuso es infinitamente más torpe que Sánchez. Pedro Sánchez no es santo de mi devoción, pero hay que reconocerle astucia y cierta habilidad para hablar frente a los micrófonos.

La presidenta madrileña no, esta señora se lanza a la piscina sabiendo que no hay ni gota de agua y le da exactamente igual. Por ejemplo ha dicho que «no tenemos médicos porque los médicos se van, pero todos los médicos quieren venir a Madrid» o «Madrid es España en España» (esta es la bomba) o (rematando la cosa) «Madrid es de todos. Madrid es España dentro de España. ¿Qué es Madrid si no es España? No es de nadie porque es de todos. Todo el mundo utiliza Madrid, todo el mundo pasa por aquí. Tratar a Madrid como al resto de comunidades es muy injusto a mi juicio» y, para terminar «el COVID-19 trae necesidades aparejadas como los problemas de delincuencia, de ocupación, todos los problemas de los MENA... Nosotros tenemos déficit de Guardia Civil y Policía Nacional y se pueden reforzar para sortear estas dificultades». Más no se le puede pedir a un político al que el puesto le queda grande. Más ridiculez condensado en tres o cuatro frases es imposible.

Mientras Sánchez miraba fijamente a la señora Díaz Ayuso. Debía estar pensando en lo bueno que es dejar a esa mujer hablar. Ella misma es su enemiga más potente. Antes, el presidente había dicho tres tonterías sobre la unidad necesaria, sobre la cooperación necesaria, sobre lo buenos que somos los españoles. Y se ha ido tan pichi.

Y aquí seguimos el resto, esperando a que nos toque, a ver si hay suerte y somos asintomáticos y nos libramos de un respirador. Porque estos políticos no lo evitarán ni por casualidad. Estamos en manos del azar. Qué divertido.