Viéndolas venir

La pandemia en Selectividad

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Álvaro Romero @aromerobernal1
05 jul 2021 / 10:28 h - Actualizado: 05 jul 2021 / 12:26 h.
"Viéndolas venir","Selectividad"
  • Foto: EFE
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La Selectividad dejó de ser lo que era cuando le cambiaron el nombre. Como con todo, a las palabras no es que las cargue el diablo, sino la lógica, que es más poderosa. De seleccionar a alumnos según sus notas, se pasó a unas pruebas de evaluación del Bachillerato para acceder a la Universidad y el cuento dejó de ser el mismo. Tampoco es lo mismo medir al personal de cero a diez que hacerlo de cero a catorce. Un alumno que sacaba antes un 8 era brillante. Hoy es un mediocre. Porque la nueva escala coloca a cada cual en un escalafón más difícil de destacar. Y lo que faltaba era la pandemia del coronavirus para facilitar los exámenes de una manera espectacular: se dan muchas opciones y no solo una o dos para que el estudiante elija entre lo que más coraje le dé. De modo que, desde el año pasado, es relativamente fácil aprobar si se estudia bien una o dos partes del amplísimo temario de cada materia. El resultado está a la vista: prácticamente todo el mundo aprueba, entrar en cualquier carrera tiene una competencia atroz y las universidades se están colapsando más aún de lo que ya lo estaban. No es el mío un lamento elitista, sino la descripción de una realidad poco digerible construida desde abajo y que no tendrá más remedio que explosionar en algún momento, si no en las aulas, en el mercado, y si es que no lo ha hecho ya... La Selectividad tiene que volver a ser lo que fue. Por el bien de quienes se preparan honestamente. Pero, una vez abierta la caja de las facilidades, a ver quién le pone otra vez el cascabel al gato.

Las facultades se están llenando de chicos y chicas que no son capaces de redactar un texto sin su buen puñado de faltas ortográficas. Le pueden preguntar a cualquier profesor universitario, quienes se quejan, por otro lado, de que, en la revisión de exámenes, cada vez es más frecuente que el alumno acuda con alguno de sus progenitores. Esto, hace solo quince o veinte años, hubiera parecido un chiste, pero ahora se ha metamorfoseado en derecho. Los derechos cada vez más amplios e inviolables del alumnado.

El caso es que si la función de una prueba preuniversitaria era seleccionar a los aspirantes para conducirlos a esta o a otra carrera, la actual, tal y como se ha terminado de perfilar en la era postcoronavirus, no va a terminar de funcionar porque condena al alumnado a morir de éxito, que es la más disimulada de las condenas.