Desvariando

La prensa tabernaria en Palomares

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
16 abr 2022 / 09:55 h - Actualizado: 16 abr 2022 / 09:55 h.
"Desvariando"
  • La prensa tabernaria en Palomares

Cuando en casa no había televisión, ni periódicos, la única manera que tenía de informarme era sentarme en los poyetes de las tabernas y escuchar a los vecinos hablar de política, mientras bebían vino barato. Casi nunca nombraban a Franco y se referían a él como El Pájaro o El Hueso. Recuerdo las caras de Mariquita Méndez o su marido, El Norra, cuando se hablaba de política en su taberna. La cara que puso un día mi madre cuando, comiendo todos en la mesa, ya con televisor, salió Franco y dije: “Mira, El Pájaro”. Mi abuelo me miró asombrado y mi madre esbozó una sonrisa, como una mueca dolorosa. En casa no se hablaba nunca de política, solo de necesidades, de trabajo y de las novelas de la radio, aquellos seriales de tanto éxito en el pueblo. En casa no vi jamás un libro que no fuera alguna novela del oeste, de las de Estefanía, o la enciclopedia del colegio. Dicen que Palomares del Río tenía en la II República una de las mejores bibliotecas de la provincia de Sevilla, pero se perdería cuando lo de la guerra, que quemaban los libros. Si no había tampoco Casa de la Cultura, de nada hubieran servido tantos libros. Tampoco había cine, al menos mientras viví en este pueblo, desde 1961 hasta 1973. Menos mal que Coria del Río estaba a solo cuatro o cinco kilómetros y que tenía un cine maravilloso, el Cine Estrella, al lado del famoso Bar Los Claveles. Iba a menudo a ese cine, solo, porque solían ir personas de Palomares. Cada vez que iba veía a El Pájaro en el Nodo, el noticiero que ponían antes de las películas. Pero lo que me gustaba era sentarme en los poyetes de las tabernas del pueblo y escuchar hablar de política a los borrachos, que siempre decían la verdad. No solo se hablaba de política, sino del pueblo en general. En las tabernas estaba al corriente de todo, del fútbol, de las coas del Ayuntamiento y hasta de las noticias de sociedad. Todavía hoy sigo metiendo la oreja en las tabernas cuando voy a desayunar porque recabo una información que jamás me daría el mejor informativo del país. En las tabernas no hay manipulación alguna, cada uno defiende su criterio, su ideología o dice que lo que sabe sin presiones de ningún tipo. Es la mejor prensa, la más independiente.