La vida del revés

La quinta ola se extiende en las residencias de ancianos

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27 jul 2021 / 06:00 h - Actualizado: 27 jul 2021 / 09:50 h.
"Opinión","La vida del revés","Vacunas","Pandemia","Coronavirus"
  • Fotografía: EFE
    Fotografía: EFE

Esta quinta ola de la pandemia está siendo de una brutalidad inesperada. Y que nadie se equivoque pensando que solo afecta a los más jóvenes. Eso es falso y una idea que circula, desde hace semanas entre todos nosotros, muy lesiva y peligrosa. Otra cosa es que una cantidad inmensa de personas por debajo de los treinta años han caído en las garras del SARS-CoV-2 y que suman más que los más mayores. Pero eso es otro cantar.

Durante la última semana, en las residencias de ancianos cuatrocientos noventa y tres mayores han sido positivo en sus pruebas diagnósticas. Y han fallecido a causa del coronavirus ocho ancianos. Aunque, efectivamente, el número de muertos es proporcionalmente muy inferior a los que se manejaron en las primeras olas, no deja de ser preocupante que los ancianos sigan contagiándose y sigan falleciendo a causa de la Covid-19. Gracias a las vacunas esto no se ha convertido en una carnicería. Y es que son tal la cantidad de positivos diarios que es imposible controlar nada.

La Comunidad Autónoma que más sufre esta ola es Cataluña. Sabiendo esto es difícil dejar de pensar en las playas llenas de jóvenes cada noche (muchos de ellos extranjeros que venían a España para vivir la fiesta porque en sus países de origen no se lo permitían), en las calles atestadas de personas sin mascarilla. La relajación ha sido absoluta y el comportamiento de algunos ha sido, por lo menos, lamentable. La fiesta de unos pocos nos va a costar caro, muy caro, a los demás.

La quinta ola está alcanzando su pico o, al menos, eso es lo que anuncian los expertos sin que señalen un punto exacto. Será pronto, por lo visto. La presión hospitalaria se ha elevado peligrosamente, la ocupación de las UCI’s está disparada, y los muertos se han multiplicado por tres en dos semanas. Volvemos a estar en una situación similar a la de hace semanas y que se ha ido repitiendo desde el principio de la pandemia. Volvemos a cometer los mismos errores. Y seguimos apostando por ser los camareros del resto del mundo, seguimos sin hacer el más mínimo esfuerzo por cambiar el modelo económico, seguimos utilizando todo lo que tiene que ver con la pandemia para hacer política (en el Congreso y en el Senado unos y en las tascas los otros), seguimos pensando que estamos por encima del bien y del mal y del coronavirus y de todo lo que se nos pase por la cabeza.

Los ancianos siguen en peligro sin remedio, los jóvenes se ponen en peligro sin ton ni son, los hospitales se llenan de dolor, los cementerios se llenan para poder mantener la nómina con fuerza... Y la vida sigue... hasta que lo rompamos todo. Eso sí, todos a la playa.