Viéndolas venir

La ROSS: condenada a hacer el bien

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Álvaro Romero @aromerobernal1
22 may 2019 / 13:31 h - Actualizado: 22 may 2019 / 13:41 h.
"Viéndolas venir"
  • La ROSS: condenada a hacer el bien

Pocas ciudades de España -por no decir ninguna o por no traer a colación también con la misma justicia la Orquesta Ciudad de Granada- tienen el inmerecido privilegio de contar con una institución cultural a la altura de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (la ROSS). Y pocas ciudades -por no decir pocas regiones, porque el apellido sevillano no le impide a la orquesta ser andaluza y depender del gobierno andaluz- son tan inconscientes de ese privilegio.

La ROSS ha iniciado un calendario de movilizaciones de protesta por el que, paradójicamente, devuelve bien por mal, pues, ante la falta de pagos de la Junta de Andalucía que vuelve a amenazarla con su disolución, la reacción de los músicos es ofrecer lo único que tienen: música. Y música de categoría, la misma que ofrecen en cada concierto cobrando y sin cobrar.

Que una institución integrada por artistas de primer nivel tenga una reacción tan a la japonesa en una situación tan desesperada, con conciertos gratuitos que están funcionando a la postre como prólogo a la Feria del Libro, nos debe hacer reflexionar sobre la grandeza de un oficio como el de músico, que cuando pende de un hilo en tanto que oficio ejercido por trabajadores que también tienen que pagar facturas y sobrevivir –vivir es un verbo siempre posterior-, a lo único que atinan es a seguir creando belleza porque en trayectorias tan henchidas de bien desaprendieron cómo hacer ruido...

La situación de la ROSS también nos hace reflexionar sobre la hipocresía institucional, política, administrativa y hasta social del aplauso que les brindamos sin excepción a los músicos profesionales sin pararnos a considerar no solo que si una orquesta como esta no cobra no podrá sobrevivir y perderemos más nosotros que los propios músicos, sino sobre la falta de expectativa que les (nos) estamos creando a nuestros propios hijos, es decir, a nuestro propio futuro, para que se dediquen profesional, seria, concienzudamente, a algo tan maravilloso y necesario como la Música, que a estas alturas de la Historia no puede seguir considerándose un lujo, un añadido, un entretenimiento, sino una disciplina esencial en nuestras vidas de ciudadanos aspirantes al verdadero progreso humanista que siempre nos venden los programas electorales como papel mojado.