Viéndolas venir

La tercera ola y la tercera piedra

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Álvaro Romero @aromerobernal1
12 ene 2021 / 07:55 h - Actualizado: 12 ene 2021 / 07:56 h.
"Viéndolas venir"
  • E.P
    E.P

Estamos muy cerca de cumplir un año de pandemia. 2020 se nos ha ido en casa, pareciéndonos mentira todo lo que ocurría hasta que todo pasó y fue verdad, y ahora, cuando nos enfrentamos a una tercera ola que hasta quienes no son expertos saben de antemano que va a ser brutal, con la complicidad de otros desastres propios de enero y febrero como las gripes, las administraciones siguen haciendo como que no se enteran, jugando a las medias tintas que nos volverán a costar carísimas tanto a los ciudadanos sacrificados como a los que no. Está claro que el hombre no es solo el animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Hay más veces. Y más piedras.

Rafael Sánchez Ferlosio, que fue uno de esos sabios ignorados en nuestro país y que murió un año antes de que irrumpiera el COVID-19, pues ya había visto bastantes virus en su vida, escribió hace casi tres décadas un libro de aforismos que se titulaba, tan proféticamente, Vendrán más años malos y nos harán más ciegos. Me desasosiega volver sobre sus páginas. Porque a veces me atrapa una ráfaga de lucidez para recordar que no solo nuestra vida no era así, sino nuestro futuro.

Estamos en 2021 porque nos ha arrastrado hasta él la torrentera cenagosa de este pasado año que nos ha hecho perder el tiempo literalmente. Lo hemos pasado en las azoteas soñando con que todo volviera a la normalidad; aplaudiendo en los balcones porque no teníamos nada mejor que hacer hasta que quienes lo infectaban todo de odio propagaron la idea de que era mejor no aplaudir porque el gobierno podía pensar que lo jaleábamos; asumiendo la lista diaria de muertos como la pura información meteorológica; soportando los toques de queda como impulsos esperanzadores hacia ese día lejano en que nadie nos tuviera que poner hora, como nuestros padres cuando éramos adolescentes; aguantando como tontos que los bancos dieran una vuelta de tuerca más en su costumbre de tratarnos como a masa en cola, de puertas para afuera; asistiendo como convidados de piedra a esa estéril pelea de los partidos políticos, escandalizándose con cada medida que toma la administración que controla el adversario y haciendo a continuación exactamente lo mismo cuando tienen la competencia, o sea la incompetencia de no coger jamás el toro por los cuernos y hacer que toda responsabilidad de su falta de decisiones firmes mute en irresponsabilidad de la ciudadanía, cuyo resistencia es siempre la de sus eslabones más débiles.

No me extraña que uno de los pocos referentes periodísticos que nos quedaban, Iñaki Gabilondo, haya decidido que hasta aquí habíamos llegado, que se siente tan empachado, que a sus 78 años ha decidido tomarse un descanso para no tener que asomarse al mundo más que los lunes, que es el día de la semana en que al menos todo parece que está por hacer.