La derecha era la más elegante en el debate de Canal Sur TV. Los dos representantes del gobierno actual llevaban corbata aunque es mucha mejor percha Moreno Bonilla que Juan Marín. Bonilla, impasible el ademán, incapaz de decirle a Espadas que por qué le echa en cara que se pueda unir con Vox si su señorito en Madrid se ha unido con Podemos, Bildu y ERC, va siempre muy buen puesto, que diría mi mamá. El presidente en funciones mientras Andalucía vuelva o no a funcionar, es el hombre que muchos padres quisiéramos de yerno. Es bastante verdad eso que dice que él no depende de nadie de Madrid porque a Casado lo mandaron a su casa y Feijóo aún no ha demostrado ni logrado nada como para convertirse en líder estatal.
¿Por qué no le dice Bonilla a Espadas lo de los pactos de su señorito Sánchez con las mentadas formaciones? Probablemente tenga miedo a perder los supuestos votos que desde el PSOE le puedan llegar el domingo. La derecha sigue acomplejada y la izquierda desbaratada. Aquí, unos por otros, la casa sin barrer. Nunca he visto a España tan baja de imagen ni de autoestima en todos los años que llevo consciente de lo que me rodea.
Juan Marín llevaba corbata y traje al igual que Bonilla pero la percha es bien distinta. A Marín no le va esa corbata ni esa camisa o bien es que no le va ésa ni ninguna corbata, no tiene ese garbo y esa tez juvenil y sonriente de Bonilla. Parece como si la señora de Marín y sus asesores lo hubieran obligado a ponerse traje y corbata como para ir a una comunión y el resultado fue el que fue, la otra vez en el debate de La 1 estuvo más suelto y es que en el de Canal Sur se le notaba como atado cual lechuga con esa chaqueta abrochada. La chaqueta hay que llevarla abrochada porque si no se da aspecto de campechano que va un rato a la taberna a beberse un mosto. Eso es lo que le ocurre a Espadas, que se viste de izquierda, se quita la corbata, se abre la chaqueta y me da la impresión de que me quiere endosar el mitin del fin de semana, que es cuando los políticos se quitan la corbata.
El señor Sánchez parece un pincel con su vestimenta habitual y dice que es de izquierdas. A Espadas siempre estaba acostumbrado a verlo con corbata cuando era alcalde; ahora, al observarlo sin ella para dar sensación de proletario arreglado, pienso en esos sujetos que, en un almuerzo oficial con gente conocida, se quitan la corbata y la chaqueta para comerse con mayor desahogo el medallón de ternera y el tiramisú.
La señora Olona era la mejor de los seis vistiendo y por supuesto la mejor de las tres mujeres. Además, su pelo bien estructurado y brillante me fascinaba aunque ni por ésas la voto. Se escandalizó con lo de la masturbación enseñada a niños de 15 años mientras que la peor de las vestidas -señora Teresa Rodríguez- reivindicaba la preparación del púber para cuando quiera darle una alegría al cuerpo. Me acordé de mi maestro Nietzsche y de su libro El anticristo oyéndolas a las dos. Una reprimiendo -la elegante- y la otra estimulando el goce, la autónoma de Madrid, con ese verde que no es ni el verde omeya ni el verde olivo de la bandera de Andalucía, rematado por una camiseta debajo y los consabidos aros agitanados, una Carmen de España, que no la de Mérimée. Me queda Inmaculada Nieto que iba de centrista de izquierdas, ni como Teresa ni como una perroflauta. Por cierto, para mí fue la más incisiva en un debate que consistió en decirle a mi yerno Bonilla que todo lo hace mal mientras que los otros todo lo harían bien si estuvieran en el gobierno. Pongan ustedes a los que están en el gobierno en el papel de oposición y a la oposición en el gobierno y el resultado sería el mismo: ni la más mínima rigurosidad, un diálogo de sordos (¿esto se puede decir ahora?) donde lo que llevan preparado lo tienen que soltar por fuerza sin escuchar al otro. Ah, los periodistas un poco mejor que sus dóciles compañeros de La 1. Le echaron algo de valentía. Pueden estar tranquilos que ya les dijo Olona que no se van a quedar en paro cuando Vox cierre Canal Sur.