¿Me hacen un favor? Dejen su posiciones políticas a un lado durante tres minutos que es el tiempo que van ustedes a utilizar para leer esta columna. Intenten despojarse de todo aquello que condiciona definitivamente nuestra forma de entender la política. Voy a intentar hacer una pequeña reflexión sobre las personas.
Una persona está más allá, muy por encima, de lo que pensemos cualquiera de nosotros. Quien crea que tiene en su poder la verdad está perdido, el que defiende una idea a costa de otra persona está convirtiendo su vida en una estupidez. Si alguien cree que esto va de colocarse unos frente a otros para defender una idea política es un ignorante y no se ha enterado de qué va la cosa. No se puede insultar a nadie en general y mucho menos por cómo piensa; no se puede creer que un territorio es propiedad de unos o de otros (aviso a los cristianos: Dios no entiende de papeles ni de diferencias raciales; aviso a los laicos: si Dios no existe no se comporte usted como si lo fuera marcando líneas en los mapas o diciendo lo que es de unos y de otros porque está haciendo el ridículo). No se puede agredir a nadie ni se puede amenazar a un sujeto metiendo en el saco, de paso, a padres, hijos y esposa. Eso es mezquino y una amenaza a la libertad de todos. Algo así, si lo aceptamos y nos hace hasta gracia, pone en peligro la democracia que tanto nos gusta disfrutar.
Dejen que les cuente algo muy personal. Soy hijo de militar, hermano de militar, toda mi niñez y juventud las pasé viviendo en casas militares. Sé lo que es estar amenazado, lo que es levantarse con la policía militar en la puerta de casa, lo que es el miedo y la angustia y el bloqueo total de cuerpo y mente. Y sé lo que es la soledad sabiendo que nadie va a entender lo que dices y sientes; salvo los que están en la misma situación. Eso es lo que le está pasando a Pablo Iglesias, a Grande-Marlaska (a este hombre ya le han amenazado unos y otros) y a la directora de la Guardia Civil. Y no tengo una sola prueba que me lleve a pensar que uno de ellos se ha inventado las amenazas. Esto es como si me hubieran dicho a mí, siendo niño, que mi padre se mandaba amenazas en nombre de ETA.
Las redes sociales se han llenado de mensajes lamentables, insultantes y ofensivos. Acusan a Pablo Iglesias de inventarse las amenazas. En las redes todo se pone en duda, de todo se hace un chascarrillo, todo forma parte de una ciénaga insoportable. ¿Y si yo les dijera que esos sobres los ha enviado Rocío Monasterio para organizar este follón? Dirían que soy imbécil y con razón. Pues seamos sensatos y no entremos en el juego que nos proponen en las redes para enfangar todo un poco más. Les recuerdo que por cada usuario activo existen dos que pagan algunos para generar corrientes de opinión, odio y todo tipo de miserias. Si la sociedad occidental estaba en plena decadencia, con las redes sociales se encuentra en caída libre.
¿Alguno de ustedes va a guardar el vídeo de lo que pasó ayer durante el debate en el que participaron los candidatos a la presidencia de la Comunidad de Madrid? ¿Se lo van a enseñar a sus hijos para que tomen nota de lo que hay que hacer cuando se habla con otro? ¿Sienten ustedes vergüenza al ver cómo todo se está derrumbando sin que movamos un dedo? ¿Quieren ustedes que nuestros políticos tengan siempre a mano la posibilidad de echar a otros que les resultan molestos?
¿Han pensado alguna vez que robar un paquete de folios en la oficina es robar como lo es robar un coche? ¿Qué tipo de violencia hay que condenar? Todo tipo; no tengan duda, ni la más mínima. Y recuerdo a algunos que se sienten tan españoles y tan patriotas que se nos ha cansado la boca de pedir que algunos condenasen la violencia de ETA y que los que no lo hacían eran igual que ellos. Pero también recuerdo que eso de salir a la calle para hacer la revolución a base de acosar a otros es tóxico (en España ha quedado claro que la revolución era una ensoñación disparatada y mediocre). Pueden ustedes sumar cualquier escrache, cualquier cosa que se les ocurra, porque todo tipo de violencia es condenable. Lo recuerdo porque las dobles varas de medir me repugnan.
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«Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar». Lo dijo Joseph Goebbels, uno de los criminales más feroces de la historia de la humanidad. Compare con lo que tiene alrededor y saque conclusiones.
Ahora, recuperen sus posiciones políticas. No era mi intención cambiar nada que no es mío. Solo quería reflexionar en compañía. Me encantaría que se regresase al territorio de la sensatez y del sentido común. Eso es todo.