Hoy te voy a hablar del plan concreto y específico que tengo para lo que llamáis Semana Santa. Quiero acabar con ella. Sencillo, simple: quiero aplastar esa religiosidad que os une a mi Enemigo y que tanta extensión tiene en tu Sevilla y en tu Andalucía. Lo he intentado de muchas maneras y he fracasado en demasiadas ocasiones. Desde hace algún tiempo me estoy ocupando especialmente de la Madrugada del Viernes Santo: la nocturnidad y las tinieblas son los lugares donde mejor me desenvuelvo. Y me he aliado con algunos hombres que por diversas razones están conmigo. Me aprovecho del excesivo alcohol, de los inevitables gamberretes y de grupos organizados para ir dañando el procesionar de las seis cofradías.
Con estallidos de gritos, peleas, carreras, ruidos, etc., consigo originar el caos en los cortejos procesionales. Y parecéis muy listos y este año anunciáis un buen puñado de medidas, pero con lo listo que sois no os dais cuenta de que el tema principal está dentro de las cofradías, pues no te engañes, en esos miles y miles de nazarenos hay muchísimos que no saben lo que están haciendo y atraen con su conducta las fuerzas del mal; me divierto mucho cuando las autoridades competentes ponen medidas fuertes con viso de eficacia, contundentes, y sale el tonto útil de turno protestando por esas medidas que podrían impedir mi deseo de destruir vuestra Semana Santa; y si te doy la principal pista es porque sé que no vais a tomar el toro por los cuernos y seguiréis parcheando, así sois los hombres. Os conozco bien, yo fui el que conseguí la caída de vuestra naturaleza desde el pecado original, no lo olvides (o sí, mejor lo olvidas).
Firmado: Satanás