Desescalada en España

Las empresas y el soldado Ryan

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27 may 2020 / 14:16 h - Actualizado: 27 may 2020 / 15:46 h.
"Desescalada en España"
  • Una fábrica de perfiles metálicos. / El Correo
    Una fábrica de perfiles metálicos. / El Correo

El desastre humanitario causado en España por el coronavirus, con casi 30.000 fallecidos y cientos de miles de contagiados, está dejando en segundo plano el problema económico y social que se avecina y que, más pronto que tarde, acabará estallando.

Por el momento, todo parece reducirse a fríos números (caída del PIB, recesión histórica, deuda desbocada, déficit récord...) y a frases grandilocuentes lanzadas por nuestros políticos, muchos de los cuales pretenden emular de manera sonrojante a Winston Churchill, echando mano del “Sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor” recogido en el histórico discurso que el entonces primer ministro británico pronunció un mes de mayo de hace 80 años, en los inicios de la Segunda Guerra Mundial.

Siguiendo con estos símiles bélicos a los que tanto recurren nuestros gobernantes, especialmente el presidente Pedro Sánchez, quizá el paralelismo más acertado sea el realizado por el rector de la Universidad Loyola Andalucía, Gabriel Pérez Alcalá, quien ha dicho que, en términos económicos, si comparamos la situación actual con la película “Salvar al soldado Ryan”, el soldado Ryan serían las empresas.

Es difícil concentrar en tan pocas palabras un análisis tan certero para describir una coyuntura tan compleja. Y es que, al margen de ciertos mensajes cargados de demagogia y desconocimiento, la recuperación pasará por el tejido empresarial (y sus trabajadores), verdadero generador de empleo y riqueza, tal y como se ha podido comprobar en crisis anteriores.

Nadie duda -o no debería hacerlo- de que el Estado y el conjunto de las Administraciones Públicas van a jugar un papel primordial, sobre todo a la hora de ayudar a los más desfavorecidos. Una labor en la que también hay que destacar el trabajo de asociaciones vecinales, ONG y organizaciones vinculadas a la Iglesia, que están haciendo un esfuerzo ímprobo para socorrer a cientos de miles de personas, sobre todo a aquellas que conforman las cada vez más largas “colas del hambre”, a las que acuden familias de toda España para poder comer.

Pero, no nos engañemos ni seamos ingenuos: ese paraguas del Ejecutivo central, los gobiernos autonómicos y los ayuntamientos es insostenible en el tiempo por motivos puramente económicos. Con el ya imparable desplome de los ingresos, un gasto público desbocado y una tasa de paro que con seguridad superará con creces el 25%, el sistema empieza a hacer aguas. Ni siquiera los ingentes fondos que se esperan desde Bruselas serán suficientes.

El foco está en nuestras empresas, las cuales están llamadas a ser un pilar básico en la recuperación. Ellas son las únicas capaces de mantener a medio y largo plazo la actividad laboral, lo cual es la mejor manera de contribuir al bienestar social.

En los países más desarrollados, así como en la Comisión Europea, es algo que los gobernantes han entendido desde el primer momento y el mejor ejemplo de ello es la batería de medidas de apoyo que Alemania ha puesto en marcha, con hasta un total de 800.000 millones de euros para sostener la actividad empresarial.

De una manera simplista, puede decirse que su argumento es el siguiente: cuando una compañía baja la persiana, no sólo se pierde riqueza y empleos, sino que se incrementa la factura para las arcas públicas al disminuir los ingresos vía impuestos y tener que afrontar nuevos pagos derivados del desempleo; y además, se genera una cascada de nuevos problemas con impagos a proveedores o bancos. La tormenta perfecta.

En otras palabras y volviendo al símil cinematográfico, Ángela Merkel ha dejado claro que hay que salvar al “soldado Ryan”. Cueste lo que cueste.

En España, por desgracia, la situación es muy diferente. Porque... ¿dónde están los famosos 200.000 millones de euros que anunció el Gobierno hace apenas dos meses? ¿O qué está sucediendo con los créditos ICO? ¿Y con los planes de choque a favor de los autónomos?

No hay respuesta. Aquí todo parece girar en torno a los ERTE, transmutados en los últimos tiempos en una especie de bálsamo de Fierabrás, en la poción mágica capaz de curarlo todo. Sin embargo, siendo una iniciativa positiva, solo es un parche pasajero, un cortafuegos, ante una coyuntura que necesita políticas mucho más ambiciosas y audaces.

Ha llegado la hora de apoyar a nuestras empresas con munición financiera, pero también facilitando su labor. Solo así evitaremos caer en una profunda y prolongada recesión. Pero, ya sabemos que “Spain is different” y en vez de dar todas las armas al “soldado Ryan”, la última ocurrencia ha sido firmar un pacto con los herederos de Batasuna para derogar la reforma laboral, poniendo en riesgo millones de empleos. Aunque (por el momento) ha habido marcha atrás, el daño a nuestra imagen como país ya está hecho.

Un cóctel, pues, con el que Steven Spielberg podría filmar otra gran película, si bien, en esta ocasión no sería del género bélico, sino una tragedia salpicada con gotas de sainete.