Los medios y los días

Las medallas de ‘Billy el Niño’

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14 jun 2020 / 04:42 h - Actualizado: 13 jun 2020 / 12:45 h.
"Los medios y los días"
  • Las medallas de ‘Billy el Niño’

Juan Antonio González Pacheco,​ más conocido como Billy el Niño, puede dar gracias a la vida y a la muerte. Se trata de un policía que durante el franquismo fue franquista y le dijeron que torturara a los opositores. Y durante la democracia se tornó en demócrata, ambos regímenes le concedieron medallas y pudo vivir holgadamente en lo laboral y en lo económico hasta que le llegó su hora y murió en una cama, como Franco, sin pasar por la Justicia en ningún momento. Misión cumplida.

El diario.es, como buen diario progre, les decía a sus lectores: “El inspector Antonio González Pacheco disfrutaba con su trabajo, según las víctimas: detener y torturar. El policía franquista tenía el mando en los calabozos de la Puerta del Sol de Madrid, y no dudaba en aplicar variadas técnicas de castigo durante sus interrogatorios. Quería atemorizar a sus detenidos. Ser el referente de la represión del franquismo. Todo ese terror queda reflejado en nueve querellas de víctimas de sus torturas. Algunas ya han sido archivadas porque los delitos han prescrito”.

Y tanto que habían prescrito, es que ése fue el pacto en la Transición. El Partido Comunista de España (PCE), era partidario de la “ruptura democrática” con el sistema franquista una vez que murió su creador en 1975. El PSOE se apuntó a la “reforma” y fue la reforma la que salió adelante, como no podía ser de otra manera. El señor González Pacheco representa a la frase contenida en la famosa novela El Gatopardo, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa: “si queremos que todo siga igual es preciso que todo cambie”.

Y así fue, ¿qué se puede hacer cuando te sientas en una mesa con el poder que llevó a Franco a la cumbre y la gente está acojonada con la posibilidad de otra guerra civil y el terrorismo matando militares y policías? Comprendo que, en teoría, terminar con todo vestigio de la dictadura, pero en la práctica no había condiciones objetivas para eso que entonces yo mismo defendía desde mis veinte y pocos años. Estoy seguro de que Carrillo lo sabría mucho mejor que yo y apostó fuerte para lograr lo mejor posible. Además, el hombre estaría harto de exilio y dijo tiremos para delante y ya está.

Tirar para delante fueron los pactos de La Moncloa, la aceptación de la bandera, la monarquía y el himno y la constitución de 1978 más una amnistía para todos y borrón y cuenta nueva sin borrar nada esencial y por eso don Juan Antonio González Pacheco y muchos de su cuerda siguieron ahí mientras salían de las cárceles los presos políticos que “Billy el Niño” había torturado y, a su vez, otros torturados que estaban libres veían el espectáculo y aún hoy en día lo siguen viendo, los que vivan, con esto de Las Cortes sobre si le quitaban o no las medallas al matador de rojos y opositores que vivió bien con Franco y sin Franco y le dieron medallas con el generalísimo y sin el generalísimo, una prueba evidente de que en España –como en Chile, como en tantos otros países, incluso en Alemania tras Hitler- se cambió el aspecto del edificio mientras los cimientos seguían intactos.

Juan Antonio González Pacheco, ¡presente! Medalla de Plata al Mérito Policial (1972), aún en el franquismo. Pero es que las otras tres que lucía se las concedió la democracia; una Adolfo Suárez el 13 de junio de 1977 (ésa será una de las causas por las que habrá votado su hijo en contra de que se la quiten, digo yo). La tercera el 10 de octubre de 1980 y la cuarta el 30 de marzo de 1982. Cada una le suponía una subida de su pensión.

El pegón se ha muerto por coronavirus y le han arrebatado sus medallas a título póstumo el 11 de junio de 2020. Más vale tarde que nunca pero el hombre cumplió con su obligación –torturó y luchó contra el terrorismo- y a ver quién le quita lo bailao. Se ha cachondeado de la democracia, la ha combatido y la ha servido, vamos, como se dice, ha cumplido bien las órdenes, y nos ha enseñado que el sistema de mercado es una moneda, como ya dijo hace la tira de años el historiador José Acosta Sánchez: en una cara luce la democracia y en la otra la dictadura, ése es el mérito principal de nuestro Billy el Niño, la principal lección que nos ha dejado, si pensamos en la famosa Memoria Histórica.

De ahí que no haya que borrar nada ni a nadie de la Historia, y Franco debió quedarse en el Valle de los Caídos, rematado por esa cruz imponente, otra gran lección práctica que se les podía haber enseñado a todos sobre el terreno. Lo fácil es borrar nombres y lugares de la Historia, esos que creemos indeseables. Lo difícil es construir una nueva fase histórica que haga olvidar para siempre lo que pretendemos que se olvide simplemente apartándolo de nuestra vista mientras queda en el fondo su huella y su carácter de Ave Fénix.

Más claro: todo esto que veo con Franco y con “Billy el Niño” no es más que hipocresía, pose, inutilidad, ignorancia, pasiones.