Las medidas

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15 feb 2018 / 23:06 h - Actualizado: 15 feb 2018 / 23:07 h.
"Cofradías","Cuaresma 2018"

Este pasado fin de semana leía, en una conocida web cofrade, la batería de revolucionarias medidas que las autoridades competentes van a poner en marcha la próxima Semana Santa con el loable fin, entre otros, de que no vuelvan a repetirse los ya cansinos sucesos ocurridos en la Madrugada del pasado año. Sinceramente, algunas de estas medidas me parecen de sainete y otras más cercanas al guion de «la guerra de los mundos» que a una demostración de religiosidad popular arraigada en nuestra ciudad desde hace la friolera de más de 500 años. Por ejemplo, en mi opinión, el cierre de bares ocasionará a los sufridos sevillanos más perjuicios que beneficios. Para evitar el consumo excesivo de alcohol –y sus molestas consecuencias– se priva a los ciudadanos de la posibilidad de acudir a un lugar en el que poder combatir el frío con un reconfortante café o donde «aliviarse» durante las largas horas de esa hermosa noche, me parece algo desproporcionado, sobre todo, teniendo en cuenta que el gamberro de turno, las más de las veces, no necesita alcohol para actuar y si lo necesita, se lo proporcionará él mismo, haya o no bares abiertos. Además hay que añadir el perjuicio notable que se ocasionará al sector hostelero que, dicho sea de paso, tiene en esos días una de sus mayores fuentes de ingresos. Tampoco entiendo la medida de prohibir los relevos de costaleros en determinados sitios de la Carrera Oficial. Esta necesaria operación no dura más que unos pocos minutos y la mayor parte de las veces está perfectamente organizada y cronometrada. Por esa regla de tres, habría que prohibir los cruces de peatones en la calle Sierpes, dado que son muchas más personas las que los taponan, y durante bastantes más minutos, hasta que los agentes de turno les dan paso libre para atravesar la Carrera. Pero las medidas más alucinantes, sin duda, son la megafonía y los avisos a través de mensajería instantánea. No quiero pensar en la reacción del personal cuando ese sistema de megafonía empiece a funcionar en mitad de una saeta del Sacri o de un solo de corneta de Julio Vera. Y se imaginan ustedes que alguien se equivoque de botón, al estilo hawaiano, y envíe un mensaje avisando de un ataque fantasma con misiles. Pero lo peor de todo es que creo que ninguna de estas medidas acabará con el gamberrismo ni, mucho menos, con el pánico colectivo, si volviera a producirse.