Menú

Las sacrificás

Image
Pepa Violeta Pepavioleta
14 jun 2020 / 13:48 h - Actualizado: 14 jun 2020 / 13:51 h.
"Podemos","Literatura","Historia","Patrimonio","El Amor","El Silencio","Crisis","Producción","Sexualidad","Ocio","ONG","Religión","Historia","Pobreza","Infancia","Machismo","La calle"
  • Las sacrificás

Para las andaluzas esta palabra viene cargada de historia, la de todas esas mujeres que han sido parte de nuestras vidas, nuestras antepasadas, nuestras abuelas y madres que hablaban de nuestro paso por la tierra como un camino de espinas, en el que si la fortuna te acompañaba, podías incluso encontrar alguna rosa, que diera sentido a todas las veces que fuimos para otros.

El sacrificio y la culpa las mantuvieron en pie, soportando la precariedad, el machismo, el silencio y la violencia. Las mantenedoras del hogar (ángel del hogar clasificadas por el discurso social decimonónico) las psicólogas de familia, las encargadas de inculcar valores a la prole, de dar cariño a deshoras y de forma incondicional, las que han salido a la calle para luchar por las injusticias sociales, las abonadas a la pobreza, las de la triple jornada, las madres, las esposas, las hijas... todas las que ahora están sustentado una vez más, resignadas y cansadas, el peso de una estructura que las necesita para hacer el trabajo que nadie quiere. El invisible, el no remunerado. Las sacrificás, son muchas, exactamente la mitad de la población mundial. Todas las que adoctrinadas por el patriarcado, se quedan sin fuerzas ni apoyo para rebelarse. Sin energía para contar sus propios relatos, necesarios para las mujeres que vendrán. Todas, quedamos a merced del discurso sesgado que nos construyen sobre la maternidad, la familia y la sexualidad y lo adoptamos sin más. Las sacrificás, son nuestros referentes, para convertirnos en seres más libres y escoger nuestros propios caminos, sin culpa ni renuncia.

Los Juegos del Hambres

Es curioso como usando este best seller, podemos hacer un símil y reflexionar sobre el comportamiento social en momentos de crisis. La forma de organizarnos y repartir las tareas. Como funciona nuestra capacidad de adaptabilidad y resistencia. Cada uno/a tenemos un papel que desempeñar, obstáculos que solventar y poner en práctica una buena estrategia para salir con vida de estos juegos. Sin embargo, nadie nos cuenta que en este escenario, los/as concursantes no arrancamos la partida en igualdad de condiciones. A veces, la literatura esconden mucho del tipo de sociedad que legitimamos y consentimos. La ficción, es solo la excusa para reencontrarnos con sentimientos que escondemos a propósito, para seguir tirando del carro a sabiendas que se nos va la vida en ello. Como dice la escritora Laura Freixas, en la literatura así como en la sociedad, existen dos tipos de sujetos creadores cuyas producciones no van a correr la misma suerte: los sujetos dominantes (varones, blancos, occidentales, de clase media o alta, heterosexuales) y los sujetos subalternos (mujeres, colonizados, no occidentales, clases bajas, homosexuales..). Si tenemos claro estos conceptos, a partir de los cuales construimos la realidad, podremos encontrar el motivo por el que aún se mantienen las estructuras opresivas como forma de control social.

La maternidad es una carcel

En palabras de Laura Freixas “al haber crecido sugestionadas por las ideas sesgadas del patriarcado y la religión acerca de la maternidad, todos/as asociamos la abnegación, el amor incondicional y el sacrificio con la “buena madre” y el arrepentimiento, las dudas o cualquier indicio de rechazo a la alienación con la “mala madre”.

El objetivo de esta manipulación discursiva, se centra en que las mujeres sigamos socializadas en la idea de que volver al hogar es siempre una buena opción. Hacerse cargo de la familia y la pareja por encima de nuestras propias necesidades y aspiraciones personales y/o profesionales, es lo que esperan de nosotras. Nos educan para criar a quienes nos cuidarán en la vejez. Pero bien sabemos que esto puede ocurrir o no, que esta forma de crear vínculos emocionales es bastante egoísta y que no ha surgido aún estructura social que permita este panorama idílico sin la renuncia de las mujeres. ¿Sería utópico pensar que las mujeres pueden desarrollarse en todas las parcelas de la vida, sin renunciar? Sinceramente no lo llamaría utopía, en tanto en cuanto observo que la mayoría de los hombres sí disfrutan de la paternidad, de su crecimiento personal y profesional y aún les queda tiempo para momentos de ocio y esparcimiento, sin renunciar a ninguna de todas estas parcelas necesarias y satisfactorias.

Por lo tanto no hablamos de sociedades utópicas, sino de estructuras desequilibradas, donde los privilegios de la mitad, se mantienen a costa de las sacrificás. El patriarcado lo tiene todo pensado incluso para las que se niegan a perpetuar con sus actos este sistema maldito, a ella les deja la culpa. Bien arraigada, gracias a siglos de moral cristianan en vena, para que asomar la patita sea algo más que un acto suicida. Retroceder antes de avanzar. Asumir los cuidados y la maternidad en una sociedad como la presente, supone un alto coste para la vida de las mujeres. De la población pobre a nivel mundial, más del 70% son mujeres, según datos de la ONG “Manos unidas”. Como bien sabemos, capitalismo y patriarcado se complementan y nutren uno de otro en detrimento de la mujer, cuyo papel social es imprescindible para el funcionamiento de este sistema. Para la activista feminista árabe Nawal El Saadawi, las mujeres hemos aprendido a oprimirnos a nosotras mismas “las mujeres son esclavas de la maternidad. La maternidad es una cárcel. El padre es libre pero la madre no. Las mujeres sacrifican sus vidas y su libertad por sus hijos... debemos ser psicológicamente independientes de nuestros hijos. Las madres hacen que los hijos sean dependientes de ellas, les imponen su autoridad, reproducen lo que padecen”.

Priorizarnos como revolución

Ni una pandemia ha conseguido desviar al patriarcado de su propósito: mantener las relaciones de poder y sumisión como mecanismo de control social, garante de privilegios innegociables. Los que se adueñen del patrimonio y los poseedores del poder político liderarán el mundo. Miren a su alrededor y busquen los rostros de “los elegidos”, todos son hombres. Podemos seguir buscando la fórmula para inmunizarnos a la verdad incómoda, que aplasta como pata de elefante, esa que rumiamos siempre a disgusto. Somos cúmulo de creencias, traumas y dogmas. Como decía Simone de Beauvoir “la sociedad va modulando a la mujer en la subordinación, desde la infancia hasta la edad adulta, mediante construcciones sociales y culturales que imponen un papel o rol de esposa y de madre”. Para Firestone, son las relaciones de reproducción y no las de producción, las que mueven la historia, “las mujeres deben apropiarse de los medios de reproducción para conseguir la eliminación del sistema sexual de clases”. Muchas mujeres antes que nosotras, ordenaron académicamente los sentires y las vivencias de las sacrificás con la intención de darles voz y no repetir historia. La crisis post COVID vuelve a ponernos delante esa verdad que espantamos de forma sistemática, como venimos haciendo con todos nuestros males. La energía femenina ha fluido siempre en salvar, más que en salvarnos. Priorizarnos es lo más revolucionario que podemos hacer. Nuestras sacrificás estarían orgullosas de saber lo que somos capaces de conseguir, cuando decidamos no anclarnos a una mentira más.