Viéndolas venir

Lección internacional de una vieja

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Álvaro Romero @aromerobernal1
09 dic 2020 / 08:44 h - Actualizado: 09 dic 2020 / 08:45 h.
"Viéndolas venir"
  • Lección internacional de una vieja

En este mundo saturado de hipócritas convencionalismos y retorcidos eufemismos, me sigue encantando la palabra “vieja”. Está llena de sabor, de autenticidad, de vida vivida con esa misma uve con que empiezan todos los vocablos verdaderos de nuestra vetusta lengua. Vieja se empapa de dignidad cuando no se emplea como adjetivo, sino como sustantivo, porque el mismo concepto encierra toda la sustancia que solo puede albergarse desde la senectud. Ser un viejo es distinto de estar viejo. Y la vejez como tal es honorable.

Viene la reflexión al hilo de esta estampa que ha recorrido el mundo: la de la primera mujer, una vieja que no necesita que la encasillen en la tercera edad, ni en ninguna, que se ha inmunizado contra el COVID-19 con la vacuna de Pfizer. Ha puesto el brazo y la vida al servicio de la humanidad.

La tranquilidad de la mirada perdida pero consciente, el pelo pintado pero sin esmero, de un color indefinido que juega con su indefinida edad, que se definirá esta semana en 91 años -ahí es nada-, el pijama infantil que la transforma en niña, y esa cadencia de la mano derecha sobre el sofá sobre el que la han colocado para su voluntariado histórico nos vuelve a reconciliar no solo con el género humano, sino con nuestros mayores, quienes demuestran una vez más la sosegada actitud de que todo tiene remedio menos la muerte. Y lo demuestra una mujer que, en teoría -solo en teoría-, tiene menos vida por delante que nosotros. Se llama Margaret Keenan, es británica, pero representa a cualquiera de nuestras abuelas, en esa valentía que, pese al mucho cacareo, les falta a todos esos antivacunas que van repartiendo regresión por el mundo, constantemente esperanzado.

Que también la esperanza nos la tengan que renovar los viejos, una vez más y como tantas cosas, demuestra que el mundo es muy viejo. Viejo mundo, que escribió Omar Khayyam hace demasiado tiempo, y nos cantó Camarón hace tan poco.