Leer en caso de ateísmo

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26 nov 2016 / 23:36 h - Actualizado: 26 nov 2016 / 21:37 h.
"La apostilla"

Si me hizo caso, y usted no cree, siéntase privilegiado. Mi querida Carmen Prieto y un servidor sólo escribimos aquí cosas para los que creen, para los que van a la iglesia y asisten a misa y bautizan a sus hijos y tienen sus nombres escritos en el libro del Cordero...ay, perdón, en el libro de la parroquia. Que se me olvidaba que a lo mejor eso no lo conoce usted bien. Pues sí, para usted, para su familia, para sus compañeros de trabajo, que como usted gozan de la imperturbable salud del ateísmo, hasta para ustedes tenemos palabras en este rincón de El Correo de Andalucía.

Quizás lo ha leído usted pasando la página buscando los dimes y los diretes de la muerte de Rita Barberá o los desmanes que está causando el tobillo escacharrado de Bale. A nosotros nos ponen aquí para eso ¿sabe usted? Para que, tropezando en el camino con nosotros, y haciéndonos los encontradizos, le permitamos, le guste o no, cuestionarse esa aferrada pulsión a estimar basura lo que no se puede tocar. Justo al revés que los que gozamos de nuestra fe, a los que cada vez nos parece más basura lo que materialmente no conduce más que a la ruina y a la pérdida de valores. Y ojito, que no es que yo sea ningún rancio de los de la ciudad detenida en el tiempo y el adocenamiento decimonónico por los que algunos hacen pasar también el caudaloso río de la fe.

Me considero una persona moderna, progresista, que intenta cuidar sus valores, que intenta hacer de esta tierra un lugar mejor, que pone sus ojos en el prójimo para echarle una mano en lo que necesite. Yo sé que usted también lo hace, que usted también se para a ayudar a la viejita que no puede cruzar la calle o al ciego que se ha perdido.

Lamento decirle que lleva usted toda la vida echándose a las manos las manos de Cristo en las de todos esos débiles a los que, a lo mejor, no hizo más que prestarles el mechero para encender un cigarrillo en la sala de espera de un hospital mientras atendían a su madre. Ah, por cierto, esos besos que le daba su madre, eran besos de Dios, lo que pasa que él sabe camuflarse en ese amor para que personas como usted no termine de perderse del todo.

Leer en caso de ateísmo. Seguro que algún creyente me estará leyendo, y querrá adscribirme a los azules y a los naranjas, y por mostrarme tan activista dudar si pintarme de rojo y estar seguro que de morado tengo poco. Pues como siempre digo: nada es verdad ni mentira. Pero hasta en el ateísmo está el Señor. Negar a Dios, mal que le pese, señor ateo, señor agnóstico, es negar que existe, pero, porque existe, lo niega usted. En caso de ateísmo, déjese enamorar por la ternura, la debilidad y la alegría. Que en todas ellas Cristo pone la sal, la luz y la vida. Gracias por su atención. ~