Let´s Play!

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05 sep 2021 / 04:00 h - Actualizado: 05 sep 2021 / 04:00 h.
"Tribuna"
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¿Conoces esta expresión? si te es ajena, pregúntale a tu hijo, posiblemente, le suena... Let's play! es un anglicismo que significa “¡vamos a jugar!”, la podrás ver incluso escrita en algunas cajas de juguetes y podría decirse que es el mantra de la “Gamificación”, esa forma de enseñar que impregna el aprendizaje con lo mejor del juego (me parece una manera memorable de aprender).

Pues bien, esta semana entoné mi propio “Let’s play!” para terminar dándome cuenta de que el jugar es el rey en la vida de niños y adultos... ¡El juego es patrimonio de los corazones aventureros y de las mentes curiosas! ponerle fecha de caducidad a estas cosas resulta tan absurdo como ineficaz... Llegué a esta conclusión cuando me encontraba dándome un chapuzón en la piscina y se me acercó mi simpática vecina, Lía, de 5 años, para preguntarme:

- ¿Vienes a jugar a los columpios?

Viendo esa sonrisa de pícara y sus ojos llenos de ganas ¡era imposible negarse! Así que me sequé, me puse el vestido y me fuí con Lía a los columpios. Pensé que se subiría en uno y querría que la empujara pero... ¡No! lo que ella realmente quería era que jugásemos juntas...

- ¡Venga, tú también!

Me indicaba mientras se subía en el sube y baja.

- ¿Yoo?- contesté, dubitativa-.

- ¡Sí!- recalcó Lía dando palmas y señalando el que sería mi sitio-.

Tardé unos instantes en reaccionar porque me parecía que aquello era sólo cosa de niños, pero, finalmente, me decidí a probar. Era un sube y baja de estos con muelles con lo que cada subida y cada bajada se notaban bastante en el trasero...

- ¡Otra vez, otra vez! ¡¡Bieeeennn!!- gritaba Lía súper contenta-.

Cinco minutos después estábamos las dos con un ataque de “risa subeybajera”.

- Ahora... ¡A los toboganes!- Lía dirigía magistralmente el juego-.

Había dos toboganes, uno más grande en el que había que escalar por unas barras metálicas para llegar hasta arriba y, una vez en lo alto, tenías que agachar la cabeza para acceder a una especie de cajón de madera y desde allí te tirabas (me pareció demasiada parafernalia); el otro era más pequeño y más sencillo...

- ¿Cuál quieres?- le pregunté-.

- ¡Los dos!- contestó Lía muy decidida-.

Tengo que admitir que fue una gran “guía toboganera”, me ayudó a subir por la estructura del grande, me animó en mi “súper deslizamiento” e hicimos el trenecito en el pequeño, tirándonos en equipo...

Tras tirarnos varias veces por cada uno de los toboganes, mi particular “maestra de ceremonias”, me indicó:

- ¡Ven, vamos a columpiarnos un poco!

“Bueno, esto ya será más tranquilo”- pensé, erróneamente-.

Lía se sentó en el asiento de madera y cuando la fuí a empujar me dijo:

-¡No, así no! Se hace así...- me explicó mientras empezaba a dar vueltas sobre sí misma para que las cadenas que sostenían el columpio se entrelazaran-.

Una vez que se había hecho un buen relío, empezó a moverse en sentido contrario para deshacer el nudo mientras daba muuuuchas vueltas...

- ¿Ves? ¡inténtalo!

Me senté en el columpio de al lado y probé. Aunque creo que Lía lo hacía bastante mejor que yo, tengo que admitir que... ¡me lo pasé bomba!

Trabajo en equipo, liderazgo, gestión de conflictos, resiliencia, paciencia, saber escuchar, seguir instrucciones, empoderamiento, saber valorar... Fueron algunas de las competencias que ,espontáneamente, trabajamos desde el saber disfutar...

Esa sencilla tarde en los columpios, formando parte activa de la diversión, me recordó que el juego debe ser principio básico de cualquier corazón... ¡Gracias Lía, por esta gran lección!