Los medios y los días

Librarse de las redes sociales

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29 jul 2021 / 04:00 h - Actualizado: 29 jul 2021 / 04:00 h.
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Por lo que leo y me cuentan unos y otros desde ámbitos domésticos y académicos, deduzco que he hecho muy bien en negarme a estar en redes sociales. No hace mucho, que si el sol nos iba a dejar a oscuras e incomunicados por una llamarada. Todo llegará, pero tranquilos, léanse bien los comunicados oficiales, léase lo que dicen, no lo que unos u otros quieren que digan para de inmediato lanzarlos por las redes y así tener el minuto de gloria que no son capaces de alcanzar gracias a un trabajo serio, responsable y constante. El más tonto parece que hace un reloj en las redes sociales. Qué nos gusta ser los reyes del mambo, yo me corono todos los días con estas pamplinas que escribo gracias a la amabilidad de esta empresa y de ustedes que me soportan. Pero procuro escribir siempre para que ustedes piensen por sí mismos, sin casarme con nadie, eso con frecuencia tampoco gusta, a la gente le agrada mucho que le metan leña todos los días a lo mismo o a los mismos, que no cuentan conmigo para eso, ya pueden dejar de leerme, yo pretendo ser un científico y un periodista, no un doctrinario ni un propagandista.

He visto en las retransmisiones de los partidos de fútbol esos planos del gentío que está en las gradas caracterizados como hinchas de un equipo o del otro. Cuando alguno de los dos va perdiendo enfocan a unos forofos con cara triste, casi llorando, pero cuando estos seres melancólicos se dan cuenta de que están saliendo en TV se les va de pronto la melancolía como si les hubieran metido un antidepresivo en vena y saltan de alegría. La TV hace milagros porque revive el narcisismo. Algo parecido sucede con las redes sociales. La mayoría de mis alumnos están entregados a ellas y a la lectura digital que consiste en leer mucho y no comprender nada. El resultado es que entre las horas que se chupan las redes y las que puedan chuparse otros cacharros más los divertimentos callejeros a que obligan las hormonas con vistas a ceremonias de apareamiento y/o amistades diversas, bastante más de la mitad de mis discentes han suspendido la asignatura que imparto. Por supuesto, la culpa la tengo yo que soy un mal profesor, voy a dejar este tema de inmediato porque pueden aparecer unos padres que me lleven ante un juez por lo que sea que he cometido, tal vez el delito de espabilar a sus hijos.

La pregunta clave es porqué toda esa gente que tanto se queja de las redes sociales no se desconecta. Porque mira que se quejan algunos, de las redes, de la TV, de los móviles... Pues fuera todo, ¿no será que quienes se quejan están “colgados” de lo mismo que critican? ¿No será que las redes son sencillamente la traslación a nivel global del dicho “medio mundo critica al otro medio”? ¿No será que, para combatir nuestra soledad, que no es adquirida sino innata al humano, no sólo se necesitan mascotas sino redes sociales? Hace años que me vengo haciendo una pregunta: ¿podríamos vivir sin El Corte Inglés y lo que representa? Todavía me acuerdo de cuando estaban construyendo El Corte Inglés del Duque, el primero de Sevilla. Yo era jovencito y me acercaba a ver las obras desde mi barrio de San Vicente. Anda que no salía agua del subsuelo. Aquel edificio cambió la ciudad. En 1956 nació TVE, era como una mascota, una más de la familia, cuando ibas a comprar un piso se buscaba el lugar donde iría el aparato de TV, era de las primeras medidas que se tomaban: el altar para la diosa TV. Pues ahora tenemos las redes sociales, ahí despotricamos, hasta ha surgido un nuevo oficio, el de odiador (hater en inglés que queda más fino), oponerse a todo en las redes, si bien no es nuevo, sin ir más lejos teníamos ya al pitufo gruñón que lo odia todo y casi todos los seres humanos nos volvemos cascarrabias odiadores con el paso del tiempo, cuando nos vamos dando cuenta de que la vida está por detrás y no por delante. Ante esta tragedia uno puede sentirse vivo odiando o criticando las redes sociales, ¿ven?, cumplen su misión, puede que nos ahorren ir al terapeuta, aunque debamos tener cuidado con la hipertensión.