Lidera como un hombre

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Pepa Violeta Pepavioleta
08 sep 2019 / 12:35 h - Actualizado: 08 sep 2019 / 12:38 h.
  • Lidera como un hombre

Parece ser que las esferas de poder y liderazgo empiezan a sufrir transformaciones importantes con la llegada de mujeres dispuestas a ocupar el sitio que les corresponde en el mundo empresarial. Todavía son pocas las que, pese a este contexto actual en el que nos encontramos de falta de conciliación y renuncias múltiples, se adentran en esto del emprendimiento y el liderazgo. Aventura arriesgada y llena de contradicciones, en la que las mujeres más que nunca, debemos defender un modelo alejado de los dictámenes patriarcales. Desde nuestra perspectiva, experiencia y formación, somos capaces de demostrar que nuestra forma de gestionar, es igual de productiva que el modelo impuesto por nuestros compañeros varones hoy en día.

Esta más que demostrado que las empresas crecen sustancialmente cuando sus equipos están formados al 50% por hombres y mujeres, y cuando son ellas las líderes. Mejora la calidad de los recursos humanos, se gestiona la productividad laboral de una forma más racional: respetando la conciliación familiar y adaptando la rutina laboral a unos horarios que no merme la calidad de vida. Se posibilita aplicar otras rutinas de producción como el teletrabajo, se apuesta por la flexibilidad horaria, se limitan los viajes de negocios y los afterwork que son igual de work por mucho que quieran disfrazarlo de ocio... para que hombres y mujeres disfruten de su desarrollo profesional, aumenten los niveles de autoestima y motivación y no haya que renunciar a una vida fuera de la oficina, a una familia bien atendida o a un gato bien cuidado.

Las empresas que fomentan el liderazgo femenino se hacen más competitivas, pero es aquí donde debemos prestar especial atención, al tipo de liderazgo que se nos vende como garante de éxito. Lidera como un hombre, masculinízate y el éxito estará asegurado! Así, nos persuaden para que adoptemos roles masculinos y acomodemos nuestra gestión, a un modelo que no es el nuestro y en el que no se respeta la diversidad. Gestionar desde la feminidad es otra cosa. Supone impulsar un cambio en el modelo de negocio tradicional, que empuja a que el tejido empresarial mejore y se ajuste mejor a la demanda social. Como dice Andrea Zamora, directora general de IDA “el mayor desafío de las mujeres líderes, es no ser hombres liderando”.

Para entender esto hay que hacer un esfuerzo por deconstruir y no perder de vista que la construcción de la feminidad, siempre ha estado vinculada a parcelas que nada tenían que ver con la gestión de los recursos y los círculos de decisión. La mujer ha sido construida para permanecer en nuestro imaginario como objeto de la historia, no sujeto activo. Definida bajo los deseos masculinos, como parte del discurso alternativo pero no decisorio.

Desde el patriarcado se ha construido un modelo sólido e incuestionable, pero hasta el edificio más robusto tiene fisuras. Y este modelo peca de años. Tanto se ha querido engrasar el engranaje, sin pararnos a pensar que quizás habría que dinamitarlo todo para construir de nuevo, que las grietas ya son insalvables. Por mucho que queramos parchear, las nuevas discursividades hacen acto de presencia para mostrarnos que equivocados estamos. Cambiar las reglas explícitas e implícitas del orden social vigente es más que posible y las mujeres estamos dispuestas a demostrar que la forma en la que nos gusta liderar va a conducirnos a una mejor explotación de los recursos y un reparto más igualitario. Liderar en femenino supone poner encima de la mesa los conceptos diversidad e integración, con el fin de que la sociedad crezca desde procesos transformadores y no invasivos.

No queremos mandar, como los hombres lo vienen haciendo desde que el mundo es mundo. El éxito no viene de la mano de un liderazgo masculino, empobrecido, que no sabe aprovechar el talento de la otra mitad de la población. No vamos a caer en la trampa de masculinizar nuestras formas, gestos, vestuario, gestión de los recursos... para buscar la aprobación patriarcal, para que nos escuchen y consideren nuestro discurso igual de relevante que el de cualquier otro compañero varón.

Liderar desde la feminidad, implica romper con un sistema piramidal que no aporta valor añadido y no es capaz de sacar rendimiento a las capacidades de cada integrante del equipo. Las mujeres no queremos ser jefas tiranas, sino coach, mentoras...fomentar la autonomía del grupo para que consigan los objetivos que nosotras marquemos, pero confiando en las capacidades individuales. Sacando brillo al potencial, empoderando y acompañando al equipo para alcanzar la meta con la sensación de que el resultado es compartido. Este modelo de bolas que trabaja de forma semiautomática, se aleja del modelo piramidal tradicional. Y funciona. Aunque el cambio es radical y puede incluso provocar algo de vértigo, estamos convencidas que es justo el que necesitamos. Llevamos mucho tiempo escuchando los susurros, no esperemos a tener que escuchar gritos para sacudirnos el miedo y romper con todo. Es el momento de apostar por el liderazgo femenino, sin disfraces, tal cual.