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Tribuna

Liturgia de las emociones

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25 feb 2022 / 05:00 h - Actualizado: 25 feb 2022 / 05:00 h.
"Tribuna"
  • Liturgia de las emociones

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De Vísperas a Resurrección, de la salida a la entrada, de la alborada al crepúsculo. Todos los tiempos de la Semana Santa recogidos en setenta pálpitos, en setenta sueños, por el objetivo de un cineasta-poeta, de un creador audaz, de un joven con alma de niño que, río arriba, recelo abajo, ha sabido traer desde Sanlúcar aires nuevos para la cinematografía sevillana y andaluza. Nuevos pero a la vez pretéritos, pues en ese hilo invisible que une el pasado con el presente, nuestra celebración religiosa bebe continuamente de lo antiguo, de lo acontecido, donde una espiral de arte, devoción y pensamiento supo conectar con el pueblo de un modo unívoco y veraz. Y es que, como un abad que rige los destinos de un monasterio, el realizador de Parasceve. Retrato de una Semana Santa ha sabido articular los mecanismos necesarios para levantar un proyecto monumental con escasas herramientas pero inagotable talento; una proeza solo al alcance de unos pocos, donde la humildad y la pasión han sido la bandera desde el prólogo. ¡Y qué hermoso prólogo!, donde la Cuaresma real y la retratada comulgan en una explosión de color, ilusión y belleza, y donde por no faltar ni siquiera faltan las espinacas con garbanzos.

Dijo una vez Caro Romero que «la vida es una semana», y Parasceve lo confirma, pues al protagonismo de los nazarenos, los músicos o los costaleros, la película superpone la eficacia del público, verdadera savia que alimenta la fiesta y la hace suya, regándola de silencios, aplausos y lágrimas, y tiñéndola de recuerdos. Niños felices, ancianos reflexivos, jóvenes enamorados... y hasta la dueña de una bicicleta que se ha topado con una cofradía al regresar a casa. Toda la vida fluyendo ante el espectador mientras se ejecuta el rito, mientras se posterga el miedo. Ritos en los talleres, en las casas, en las aceras. Ritos en los balcones, en los bares, en los templos. Ritos donde el corazón no entiende de edad, credo o procedencia.

Y como pegamento, la música. Rotunda, grandiosa, inextricable. Surgida de la pericia de un humanista de nuestro tiempo. Un genio hecho a sí mismo para el que no existen etiquetas, ni torres demasiado altas, ni frenos. Un melómano pertinaz cuyo mapa polifónico nos permite viajar a nuestra arcadia, recorrer los caminos de la mocedad y alcanzar la mayoría de edad sin movernos del sitio. Un vehículo que nos ofrece evocar a nuestros seres queridos, recuperar estampas extraviadas y suspirar de alegría, turbación o nostalgia.

Jesús, María y Sevilla. Ahí es nada. Con esa tríada resulta imposible resistirse a esta liturgia de las emociones llamada Parasceve. No en vano su discurso, a caballo entre el sagrario y la plaza, la teología y el artificio, la mística y la practicidad, humaniza a Cristo y a su Madre al invocarlos en nuestras calles.

Si pueden, disfruten de la película. Pero no esperen al DVD ni a las dichosas plataformas. Vaya a verla al cine, donde podrán deleitarse a gusto con cada detalle y cada eco.