«Llamar a la puerta del G20»

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01 dic 2018 / 08:02 h - Actualizado: 01 dic 2018 / 09:52 h.
  • «Llamar a la puerta del G20»

El Bien Común podría ser el eje constructivo en las relaciones internacionales. Observando el mundo en el que habitamos no podemos olvidar que todos formamos parte de una misión a la que no podemos renunciar, que no es otra, que lograr que los pueblos puedan entenderse y comprenderse; porque desde el entendimiento y la compresión será posible superar las barreras que hemos forjado y construido. Sin embargo, los acontecimientos que se suceden en la actualidad nos alejan de este sueño.

Hace unas semanas señalaba, entre los problemas existentes, el movimiento migratorio que se está dando en países del continente americano, en especial de Centro América y de Venezuela. El objetivo de una población afectada por situaciones inhumanas es huir, salir y escapar. Lo cual aleja a cientos de miles de personas de poder formar parte del sueño antes mencionado. La pregunta que hay que hacerse es ¿por qué está ocurriendo esta tragedia?

Este fin de semana se está celebrando en Argentina el encuentro de los países del G-20 y España acude al mismo en calidad de invitado. Entre sus objetivos, sin duda, estará el avanzar en acuerdos económicos que ayuden a los países emergentes a desarrollar en los mismos políticas económicas y sociales que faciliten una adecuada calidad de vida.

Por mi parte quiero llamar a su puerta e invitarles a que, en esta ocasión, abunden en una reflexión que tenga como eje central el entendimiento y la comprensión.

Les propongo un punto de partida que podemos encontrar en el documento del Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, "El género humano se halla en un período nuevo de su historia, caracterizado por cambios profundos y acelerados, que progresivamente se extienden al universo entero. Los provoca el hombre con su inteligencia y su dinamismo creador; pero recaen luego sobre el hombre, sobre sus juicios y deseos individuales y colectivos, sobre sus modos de pensar y sobre su comportamiento para con las realidades y los hombres con quienes convive. Tan esto es así, que se puede ya hablar de una verdadera metamórfosis social y cultural"

Dediquen tiempo, por favor, a entender y comprender qué nos indica el texto señalado porque de su análisis podrían salir propuestas que verdaderamente ayudaran al mundo a alcanzar un equilibrio económico y social que transformara la explotación, la violencia y la pobreza en riqueza social y, a partir de ésta, las personas pudiéramos aspirar a una convivencia pacífica. Intentado reflexionar podrán percatarse los que participan en el G-20 que la sin razón de muchos políticos y mandatarios está haciendo mucho daño, obligando a cientos de millones de personas a un futuro sin luz.

Las buenas formas que se den en los participantes a esta cumbre no los pueden alejar del clamor y el dolor existente en nuestro mundo. No hay mucho tiempo para cambiar los parámetros que hasta ahora han existido en las relaciones entre países, dado que la angustia de muchos seres humanos precisa de soluciones concretas y determinadas.

Este tipo de reuniones deberían de servir para establecer planes conjuntos de desarrollo, haciendo posible que se generaran sinergias concretas, y no palabras escritas en documentos que nada ayudan y que no sirven para realizar una transformación positiva de las relaciones internacionales.

Esta transformación puede hacerse planteándose el objetivo de generar una red que fomente la riqueza social. Esta idea está estrechamente ligada con la doctrina social de la Iglesia y, por tanto con el objetivo de que políticos y empresarios -que son el mayor número de personas que van a participar en este G-20- se comprometan a que el Bien Común sea el referente de este encuentro y el objetivo de sus reuniones, sino presente sí futuro.

Si no son capaces de avanzar en una línea coherente que haga operativa una acción constructiva en las relaciones internacionales el futuro será cada día más complicado. En la Gaudium et Spes se nos advertía hace más de cincuenta años de que "nacen también grandes discrepancias raciales y sociales de todo género. Discrepancias entre los países ricos, los menos ricos y los pobres. Discrepancias, por último, entre las instituciones internacionales, nacidas de la aspiración de los pueblos a la paz, y las ambiciones puestas al servicio de la expansión de la propia ideología o los egoísmos colectivos existentes en las naciones y en otras entidades sociales. Todo ello alimenta la mutua desconfianza y la hostilidad, los conflictos y las desgracias, de los que el hombre es, a la vez, causa y víctima"

Entenderse y comprometerse no es hacerse una foto de familia ni siquiera construir titulares, y mucho menos aprovechar estos encuentros para tranquilizar conciencias y fomentar egos personales.

Entenderse y comprometerse es implicarse y tomar conciencia que no es conveniente seguir estando como nos hallamos ; que no es posible la existencia de sociedades en donde la vida no cuenta y que además, no vale nada; que la economía es un eje vertebrador de la sociedad y que ésta debe mirar, ante todo, a generar riqueza social; que los políticos tienen una responsabilidad, que es servir y apoyar proyectos que respeten la libertad de las personas, y que su trabajo es responder constructivamente a las demandas democráticas de los ciudadanos que les han otorgado el mandato de servir; que las relaciones se construyen a través de valores y no de intereses partidistas y particulares.

Entenderse y comprometerse es responder a la pregunta que hacía al principio de esta reflexión para que la respuesta pueda superar lo que acertadamente nos señala el Concilio Vaticano II "De esta forma, el mundo moderno aparece a la vez poderoso y débil, capaz de lo mejor y de lo peor, pues tiene abierto el camino para optar entre la libertad o la esclavitud, entre el progreso o el retroceso, entre la fraternidad o el odio. El hombre sabe muy bien que está en su mano el dirigir correctamente las fuerzas que él ha desencadenado, y que pueden aplastarle o servirle. Por ello se interroga a sí mismo".

La próxima semana reflexionaré sobre Bien Común y estrategia empresarial.

David López Royo

Director de Responsabilidad Social Corporativa

Chávarri Abogados

Delegado Episcopal de Fundaciones

Archidiócesis de Madrid