Llamar ‘cerda’ a Raquel Mosquera y sentirse feliz

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17 nov 2022 / 12:39 h - Actualizado: 17 nov 2022 / 12:52 h.
"Opinión","Televisión","Sociedad"
  • Raquel Mosquera y Jorge Javier Vázquez / Mediaset
    Raquel Mosquera y Jorge Javier Vázquez / Mediaset

Un colaborador del programa llamando cerda a la invitada que van a entrevistar; un presentador diciendo que una colaboradora se puede ir a la mierda porque no la quiere tener cerca; otro colaborador diciendo a alguien que se va a cagar y llamándole gilipollas... Esto es Sálvame durante estos últimos días. ¿Se puede subir el índice de audiencia diciendo barbaridades? Debe ser que sí. ¿Es ético llamar cerda a una mujer para que mejoren los datos de audiencia? Por supuesto que no, eso es indecente, no tiene interés alguno y resulta denigrante para la condición humana. ¿Es normal que alguien piense que lo que el público quiere es eso? No lo es, de hecho son muchos los programas que son más vistos y no recurren a este tipo de bajezas para que así sea.

La realidad paralela en la que viven algunos de los que trabajan en televisión es una cosa digna de estudio. Por ejemplo, algunos siguen pensando que Belén Esteban es una mujer admirada por gran parte de la sociedad española. Y no, lo cierto es que es admirada por los que ven los programas en los que participa (siendo generoso son un 15 por ciento de los españoles) y, al resto, les parece una ridícula, una cateta, una mujer sin educación alguna y cosas por el estilo. Por ejemplo, algunos defienden que la gente pide alboroto, insultos y casquería sentimental. Y no, eso lo piden los que lo piden y esos son como mucho los que ven esos programas. El resto de españoles están interesados por otras cosas como puede ser la actualidad, la cultura o los viajes espaciales. A ellos, a los que viven de la televisión, les parece que eso es imposible, que todos somos unos tarugos, pero es que viven en un mundo inventado y absurdo.

Pensar que todos los españoles son una banda de necios es grotesco. Seguramente, le ha servido a alguien para disimular su mediocridad; a alguno para hacerse millonario sin dar un palo al agua. Y es muy probable que no sean pocos los que piensen que sí, que sí, que les critiquen porque les importa una caca mientras sigan facturando una pasta por hacer el capullo. Pero eso solo les permitirá vivir una realidad que nada tiene que ver con lo que se encontrarán por el camino. Y es que, antes o después, hay que educar hijos, hay que relacionarse con personas que no se dedican a estas cosas y son cultos y son educados y son interesantes. No hay nada más triste que ver cómo el que ha presumido de ser un zote a cambio de vivir de fiesta en fiesta se planta ante la realidad para hacer el ridículo cada mañana.

Pero nada, que sigan llamando cerda a una mujer, que se manden a la mierda entre ellos y que se amenacen unos a otros. Ahora que digo lo de cerda me viene a la cabeza un refrán: A todos los cerdos les llega su San Martín.