Los medios y los días

Lo mejor de llegar a viejo

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09 oct 2021 / 04:09 h - Actualizado: 08 oct 2021 / 14:11 h.
"Los medios y los días"
  • Lo mejor de llegar a viejo

Lo había pensado numerosas veces. Esto de poder hablar ya diciendo que hace medio siglo hice esto o lo otro es un lujo y más cuando la salud acompaña y el trabajo no falta, el amor llega y se va, racionalmente no es más que una ilusión necesaria, el amor éste de ahora es relativamente nuevo en la Historia y en el fondo sigue siendo un juego de intereses como siempre ha sido. El humano nace solo, vive solo y muere solo, lo demás es cómo afronte cada cual el tema. Los hijos tienen sus asuntos, la pareja también y ahora más que nunca con la inserción laboral y sus exigencias. Hay que saber ser como esos elefantes que en la ficción cinematográfica se retiraban a su cementerio y se tumbaban para morir cuando se sentían inútiles y olían la muerte.

El otro día cuando se vino abajo wasap me di cuenta de la suerte que he tenido al criarme en un mundo analógico. Por supuesto que el mundo digital es poderoso, inevitable y de gran utilidad, pero como acaba por poseer la conciencia, la voluntad y la consciencia, sólo una mente que se haya educado con otras perspectivas puede hacerle frente a sus averías. Que se vaya wasap y las redes sociales donde el personal intercambia fotitos y otras bagatelas exige una reacción similar a cuando se va la luz: ya vendrá, tranquilidad, volverá por el simple hecho de que los que llevan el negocio se encargarán de arreglarlo, no por los clientes sino, en primer lugar, por sus bolsillos.

El mundo digital es positivo si no es tu dueño o no te roba demasiado tiempo. Tengo libros pendientes de lecturas, los libros son los que te regalan el basamento para poder comprender el funcionamiento de la vida. Junto a ellos está la prensa y las webs de calidad que analizan con rigor los acontecimientos. Hay pocas, pero hay. Y sin muros de pago, no pienso pagar ya por leer a Casimiro García Abadillo o a Victoria Prego si tengo otros sitios y cerebros de su edad y más jóvenes que colocan el conocimiento a consulta libre, casos de Juan Torres, Rubén Juste o Luna Pineda o las agencias de noticias Inter Press Service (IPS) o Sputnik que te regalan otras visiones del mundo complementarias del mensaje cansino, oficial y contra oficial del aburrido periodismo español.

Los muros de pago de los diarios proyectan noticias interruptas que en realidad se difuminan cuando ya te han contado lo esencial. Dado que los lectores en general suelen detenerse en los titulares y como mucho en la entrada de la información y las primeras líneas, los muros en el fondo carecen de efectividad, el pecado fue no hacerlo así desde que nacieron los diarios digitales, ahora hay demasiada competencia, demasiadas noticias y distracciones, demasiada escasez de tiempo como para pagar por informaciones que tarde o temprano aparecerán en otros medios o libremente en los mismos que pretenden cobrarlas primero. No se trata de textos que aporten conocimiento, sólo información.

El conocimiento está en los libros y en los artículos interpretativos y en las opiniones autorizadas. Menos los libros, que han seguido como siempre, lo demás es gratis en la Red. Y si la Red se viene abajo, los viejos roqueros, periodistas e intelectuales, agarraremos fuentes de formación e información aparcadas por culpa de tener que hacer frente a un alud diario de superficialidades y sandeces que no te dejan ver el bosque ni ser persona sino un alfeñique al servicio de teclas y pantallas golosas que encima te convierten en un tímido patológico, en un mudo vocal, en un aprietateclas. El monocultivo es negativo, si llega una tormenta se lo lleva por delante y te deja en paños menores. Estemos preparados para que se le crucen los algoritmos a los cacharros o el sol nos mande un fogonazo porque nuestra vida pende de esos hilos y no hay que desterrar las velas que siempre guardábamos en un cajón de casa por si los apagones. Las gentes de Altamira dibujaron su Capilla Sixtina del Paleolítico echados sobre el suelo y con débil luz flamígera. Tranquilos, que si si se apagan otra vez los bits el mundo seguirá su curso. Pero para afrontar eso hay que almacenar algo que se llama hambre de saber, ilusiones, conocimientos y vivencias previas, todo lo que te enseñaron abuelos, padres, maestros, profesores y amigos aventajados.