Lo mejor es celebrar el aniversario de las empresas que se incuban en Cartuja

El quinto centenario del Descubrimiento de América (el pasado) era el pretexto para el verdadero gran objetivo (el futuro). Ser consecuentes con ese espíritu y con esa dinámica es fundamental para plantear cualquier programa conmemorativo

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Juan Luis Pavón juanluispavon1
11 oct 2017 / 22:30 h - Actualizado: 11 oct 2017 / 21:15 h.
"Tribuna","Expo 92","XXV Aniversario del fin de la Expo"
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Las ganas de disfrutar con la nostalgia se han impuesto a los afanes para ser artífices del futuro. La conmemoración del XXV aniversario de la Exposición Universal de Sevilla a lo largo del mismo número de días de su calendario, del 20 de abril al 12 de octubre, ha tenido un perfil más costumbrista que universal. Si hiciéramos una encuesta a pie de calle, seguro que predominaría la percepción de que la recuperación de la mascota Curro, como símbolo sin fecha de caducidad, ha sido la principal iniciativa.

El principal logro de la estrategia llevada a cabo con más voluntad que presupuesto ha sido reforzar la autoestima para valorar la relevancia y el mérito de miles de profesionales sevillanos que, desde el organigrama estatal, desde empresas privadas o desde departamentos universitarios, dieron lo mejor de sí mismos en aras a la operación triunfo de España y Sevilla en la modernidad finisecular. El quinto centenario del Descubrimiento de América (el pasado) era el pretexto para el verdadero gran objetivo (el futuro). Ser consecuentes con ese espíritu y con esa dinámica es, a mi juicio, fundamental para plantear en Sevilla cualquier programa conmemorativo de cualquier efeméride. Porque, de lo contrario, se impone la inercia de conformarnos con la nostalgia y con la primacía de los nostálgicos.


Afectos, abrazos, recuerdos

La encomienda del alcalde Espadas a Julio Cuesta para comisariar un plan y un cúmulo de sinergias tenía garantizada de antemano que éste lograría para la causa mayor cantidad de colaboraciones que de inquinas. Por su doble condición de integrante del equipo que articuló los lazos diplomáticos e institucionales para la Expo 92, y por su arraigo en la vida social sevillana a través de la Fundación Cruzcampo, entre otras entidades de diversa índole. Y así ha sido. Los seis meses han transcurrido plácidamente desde el punto de vista institucional. Afectos, abrazos, homenajes, recuerdos. Quedadas de antiguos compañeros y colegas. No ha habido derbi entre las dos Sevillas de rancios y progres. Menos mal. Cierto es que por incomparecencia o por desinterés en plantearse qué quiere hacer Sevilla con su futuro.

En el balance de sinergias, se nota que ha habido más interés de reciprocidad desde entidades como los colegios profesionales. Y han brillado por su ausencia las alianzas con la Sevilla de la cultura cosmopolita. Encabezada por el Teatro Central, construido por la Expo 92 y que también cumple 25 años. Es muy osado decir que un ciclo de conciertos al aire libre con Los Secretos y Coque Malla encarna el papel que jugó la música en aquellos seis meses de extraordinaria concentración de buenísima actividad cultural.


Autoestima mediante tres mensajes

Julio Cuesta, como experto en comunicación corporativa, se trazó como prioridad colocar en el ágora de la opinión pública tres mensajes. Uno: Sevilla resucitó las exposiciones universales y con su formidable éxito reinventó el modelo de este evento a ojos de todos los países, tanto las grandes potencias como las emergentes. Dos: Sevilla ha reutilizado mejor que ninguna otra ciudad del mundo las infraestructuras construidas para la ocasión, incluso las de carácter efímero. Tres: Sevilla hizo la Expo. De ahí el lema Nosotros la hicimos. Afirmación que representa con mucha más veracidad lo logrado después en Cartuja como parque empresarial y científico. Porque la apuesta del Estado y de la Junta por Sevilla se apagó el 12 de octubre de 1992, y quienes han puesto en pie Cartuja como territorio de economía global basada en la innovación son Inerco, Ayesa, Isotrol, Anafocus, entre otras empresas sevillanas.

Quienes se han esforzado más por rememorar la Expo 92, como ya sucedió en el vigésimo aniversario, son los principales integrantes de la Asociación Legado Expo. La mayoría de ellos eran en 1992 menores de edad. Su mejor y más persistente contribución cívica es hacer ver en Sevilla al conjunto de la población que redescubra la isla de la Cartuja, y conozca la vitalidad profesional de nivel cosmopolita que late en los edificios habitados por empresas privadas y por centros científicos. Si muchas familias supieran cómo se ganan ahí la vida miles de sevillanos, con una perspectiva laboral de alto valor añadido, aconsejarían de manera más certera a sus hijos para enfocar su emancipación.


Objetivo 2018

En 2018 también cabe vertebrar otra conmemoración: el XXV aniversario del Parque Científico y Tecnológico Cartuja. La celebración más pertinente, por cuanto se trata de un factor estructural (y no un evento efímero) de la Sevilla contemporánea. Una ciudad, y un área metropolitana, con tanto nivel de paro, lo que más necesita es focalizar su identidad y sus estrategias en la creación de empresas, en la investigación científica, en invertir en jóvenes talentos autóctonos y en captar a los foráneos para que se radiquen e irradien su capacidad de generar riqueza en la sociedad global. La mejor conmemoración consistiría en poder celebrar, porque han logrado crecer y no morir en el intento, los cumpleaños de las empresas que se incuban en Cartuja.

No ha tenido suerte Sevilla, salvo en las fechas precedentes al 20 de abril, para ganar protagonismo y reputación dentro de España aupándose en el legado de la Expo 92 y acreditando el uso que se le da a muchos de sus activos. En el especto mediático no hay más España que Madrid y Barcelona. Es el hartible plato único de cada día. Para más inri, ahora no está el horno de este 12 de octubre para recalentar esos bollos ni para tener al Rey Felipe VI en Cartuja durante las vísperas. Es un Día de la Hispanidad en el que quienes desean independizarse no son los yanomanis amazónicos sino los secesionistas catalanes. Es una jornada de Fiesta Nacional en la que los Amigos para siempre del Montjuic olímpico exigen un trato de favor a cambio de mantenerse como Privilegiados para siempre.