La vida del revés

Los fusilamientos masivos que te harán llorar

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19 feb 2021 / 09:50 h - Actualizado: 19 feb 2021 / 09:55 h.
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  • Gueto de Varsovia durante la II Guerra Mundial. / Fotógrafo desconocido
    Gueto de Varsovia durante la II Guerra Mundial. / Fotógrafo desconocido

Si usted está leyendo esta columna, es posible que lo esté haciendo porque le haya llamado la atención el titular o la foto que lo acompaña. Si usted está leyendo esta columna es posible que sea víctima de lo que se conoce por clickbait («cebo de clics»), es decir, un titular sensacionalista o engañoso acompañado de una imagen impactante que poco tienen que ver con el contenido de la columna buscando captar atención y tráfico a base de clicks.

Hace unos días, me preguntaba mi buen amigo Mariano si no había nada bueno de lo que hablar en los periódicos, si todo era tan feo como lo pintamos desde las columnas de opinión. Le dije que sí, que eran muchas las cosas amables de las que se podría escribir, que existen millones de buenas personas a las que referirse, pero que, seguramente, el número de lecturas de una columna que hablase de esas cosas y no de escándalos o muertes violentas o pandemias terribles, sería muy inferior a la media. La esclavitud a la que se está sometiendo a todo el que escribe en la red es terrible.

Esta es una de las ratoneras en la que nos hemos metido. Solo interesa el titular escandaloso, el conflicto violento, los sucesos extravagantes y la imagen personal registrada por la cámara de un teléfono móvil. Lo que hagan las buenas personas, los proyectos solidarios o cualquier cosa que sea ajena al destrozo de la vida de las personas, interesa más bien poco. Hemos convertido la vida en un espectáculo y preferimos el drama, la sangre y la casquería más grosera.

Sin duda es uno de los problemas más graves que arrastra el periodismo de hoy. Los profesionales se ven obligados a sumar visitas, a ser muy leídos (ahora se sabe hasta el tiempo que dedica un lector en cada noticia); da lo mismo si escriben bien, mal o regular. De hecho, actualmente, se escribe muy mal en la prensa española y nadie parece alarmado. Da igual si el contenido es exquisito o es un desastre sin pies ni cabeza. Todos sueñan con la viralidad de sus crónicas, críticas o columnas de opinión.

Alguien podría pensar que, entonces, estamos frente al final, que esto no tiene remedio y que es una hecatombe. Si usted ha llegado hasta aquí, es posible que sea uno de los que lo piensan. Ya les digo yo que el 90 por ciento de los que comenzaron la lectura de esta columna, abandonaron en el primer párrafo. En cualquier caso, pocos serán los que echen de menos el buen periodismo. No existe gran interés por nada que no sean los titulares y las entradillas. Y, así, las visitas seguirán siendo millonarias y la publicidad se seguirá contratando y los periodistas ganarán una miseria porque un titular lo puede escribir cualquiera... y esas cosas.

Tenemos lo que hemos ido buscando. Mediocridad abundante, un pueblo convertido en rebaño, una cultura mínima que no aporta ni un ápice de esa libertad por la que tanta gente ha muerto luchando por ella. La civilización occidental está en plena decadencia. Eso sí, nos inventamos todo tipo de trucos para que suene un clic cada pocos segundos. Nos conformamos con eso.

Lo de la buena gente lo dejo para mañana.