-
Foto: Ediciones B
Bernardo Álvarez es el obispo de Tenerife y dice que ser homosexual podría ser pecado mortal, además, asimila a los homosexuales con los que se emborrachan y cometen un disparate para, después, excusarse diciendo que es que habían bebido. Sí, como lo oyen, Monseñor Álvarez dice estas cosas. Habrá que suponer que, según el obispo de Tenerife, ser homosexual es algo que se elige, que se puede ser o dejar de ser según convenga, que es cosa de viciosos (este argumento es muy recurrente) o, lo que es peor, que es una enfermedad que con la terapia adecuada se puede curar. Según el obispo de Tenerife ser homosexual es ser pecador y, en concreto, muy pecador.
Es lamentable que una persona formada y educada no sea capaz de entender que el ser humano tiene aristas a lo largo de toda su condición, que desde las cavernas somos lo que somos y no hemos podido evitarlo porque, al contrario de lo que podrán pensar algunos, la homosexualidad es consustancial a un porcentaje de personas vivas (y no irrelevante). Y es lamentable que, habiendo superado una etapa oscura en la que se pensaba en Dios como vengativo, duro y dispuesto a castigar a la primera de cambio, el clero siga instalado en ese territorio en el que no caben todos los seres humanos, como si Cristo hubiera venido a salvar a unos y a otros no.
Hay sacerdotes que declaran su homosexualidad abiertamente. ¿Estos viven en pecado mortal? Miles y miles de cristianos se declaran gais y lesbianas ¿Con estos qué hacemos, les echamos a los leones? No sé si esta postura es una constante entre los obispos españoles o si la opinión de Bernardo Álvarez es personal y no compartida. Sea como sea, no estaría mal que desde la calle Añastro dejaran claro lo que se piensa allí porque solo así los miembros del colectivo LGTBI podrán tomar decisiones sobre su vida espiritual si es que no se han sentido rechazados de forma cruel y ya se fueron con la música a otra parte.