Los niños no muerden

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04 oct 2017 / 09:22 h - Actualizado: 03 oct 2017 / 22:29 h.
"Deportes","Alguien tenía que decirlo","José Castro"

Se acerca una nueva oportunidad para que el Sevilla abra sus puertas a los más pequeños. Dejó ir el primer parón por selecciones, pero ahora se acerca otra ocasión ideal para que se abra al mundo y deje a sus hinchas, sobre todo los más pequeños, asistir a un entrenamiento. Un simple entrenamiento en el que no creo que se cuelen espías del Athletic Club –próximo rival de los sevillistas– ni periodistas ávidos de grabar intimidades, por mucho que estemos cada vez más alejados del club –de todos en general–. El Sevilla dejó pasar el primer parón y varios años en los que está alejando a los más pequeños de las gradas del Ramón Sánchez-Pizjuán. Si los precios para un sevillano adulto son caros, para los más pequeños –hijos de adultos sevillanos– son demenciales. Y en la nueva era dorada del club, este siglo XXI magnífico que ha regenerado las ganas de ser sevillistas por doquier, incluso fuera de este país todavía llamado España. Atrás quedó el reportaje de esta casa en el que se exhibía la drástica política de precios del Sevilla con los menores y, secundariamente, con los sectores menos favorecidos de la población, en compración sobre todo con regiones mucho más ricas que la nuestra.

Alejar a los niños del Sevilla no parece una decisión ponderada ni beneficiosa. Tampoco hay que ser muy listos para darse cuenta, aunque siempre salte alguien que justifique lo de los carnets con las cuentas en la mano. Unas cuentas que rebosan euros y que se verían afectadas de forma insignificante, por mucho que ahora el campo esté con el cartel de casi todo vendido, con precios más cercanos a la lógica. Que no, que no lo entiendo.

Bien esta semana, bien la que viene –el día 12, además, es fiesta– sería un atisbo de cordura dejar que los niños se acerquen a la ciudad deportiva, si es que algún padre se acuerda de por dónde se va. Verán como no muerden. Aunque a este paso, con precios por las nubes y algunos horarios demenciales, es casi un milagro que sigan queriendo ver a su Sevilla. Porque en España el último mono de este espectáculo llamado fútbol siempre es el hincha. Y en este país, todavía llamado España, los niños importan menos de lo que deberían. En ellos está el futuro, tanto para educarlos cada vez mejor –y no cada vez peor como sucede desde hace lustros con palpables consecuencias en todos los ámbitos– como para inculcarles valores y tradiciones populares. Y en Nervión, como en muchos otros barrios de España, siempre fue costumbre llevar los niños al fútbol. El rival es lo de menos. Si quieren una afición cada vez más numerosa, abran los candados y dejen la puerta abierta. Si les da igual el futuro, sigan exactamente igual.