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Viéndolas venir

Los petardos os los podéis meter ahí

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Álvaro Romero @aromerobernal1
22 dic 2020 / 08:19 h - Actualizado: 22 dic 2020 / 18:24 h.
"Viéndolas venir"
  • Los petardos os los podéis meter ahí

Si los rocieros de mi pueblo fueron capaces de concienciarse para no tirar cohetes hasta no salir a los caminos, conscientes de que su amor a la Virgen no iba a mermar por falta de ruido, cualquiera lo puede conseguir. Lo digo por el presumible ruidero navideño que se avecina. En este raro año de cambios -algunos para bien-, estaría fenomenal que abandonásemos esa mala costumbre de los petardos sin gracia a todas horas. Si tuviésemos en casa a una persona autista, y sufriéramos su sinvivir a cambio de la carcajada efímera de tantos inconscientes, otro gallo cantaría. Basta solo pensar esa posibilidad para que se nos quiten las ganas de petardos. Es decir: basta pensar. Lo mismo es demasiado pedir.

Pensar no solo en niños autistas cuyos papás deben de sentir el bombeo de la sangre, de súbito, tras el cohetazo, mucho más acelerado, no por el susto, sino por la rabia de no poder coger al petardero y meterle el petardo, humeante y todo, en cualquier sitio insonorizado. Pensar también en esos ancianos lánguidos cuyo insomnio crónico se ve alterado, de repente, por un impacto en el pecho que los lleva al sueño inmaduro de estar ya en el otro mundo. Pensar en los enfermos, que no tienen bastante con su cruz de cada día, que también han de soportar los sobresaltos estresantes de una gente a la que alguien, alguna vez, inoportunamente, le rio la gracia. Pensar en los bebés, en los recién nacidos, que de todo hay de puertas para adentro porque la vida se sigue haciendo hueco a pesar de la inconsciencia.

Pensar en los perros, en los gatos, en los pájaros, que nada saben de esas bombas efímeras en el aire de todos, porque son animales. Son bestias que no entienden la lógica de que en estos días en que celebramos el Nacimiento de un Niño unos seres tan superiores y tecnificados se dediquen a la gracia de las explosiones una y otra vez. Tal vez los animales podrían explicarles que la gracia tiene gracia una vez. Pero ya sabemos que es imposible que los animales hablen, que puedan comunicarse con esos petarderos tan desarrollados que olvidaron entre tanta gracia ruidosa que todo lo que celebramos es que acaba de nacer un Niño y lo han colocado en un pesebre. Supongo que recordar eso es también mucho pedir. Es mucho pedir tener memoria, sentido común, empatía. Muchísimo, demasiado, a la vista está.