Todos los años, el mismo fin de semana en que los amos del mundo se reúnen para hablar en secreto de sus intereses y de los nuestros, se celebra la final de la Champions League. Quien piense que se trata de una mera coincidencia es que no ha leído los documentos desclasificados de la CIA al respecto e ignora una disciplina científica llamada Ingeniería Social.
Quizá el partido de fútbol celebrado en Madrid explique que no haya activistas en Montreux, Suiza, ya que distraer la atención de los asuntos verdaderamente importantes es una estrategia desinformativa clásica. Pero no deja de ser un despropósito y toda una declaración de intenciones. En definitiva, la ruptura del contrato social. ¿Cómo pretende el Poder gobernar a una sociedad a la que da la espalda? ¿Cuánta causalidad tuvo la estrategia del pan y circo en la desintegración del Imperio Romano?
Cuando el Poder global legitimó políticas educativas de bajo nivel con el fin de evitar que los gobernados pensaran de forma crítica, no cayó en la cuenta de que, al mismo tiempo, podría estar firmando su sentencia de muerte.
Después de cuatro días de reuniones en Montreux, Suiza, hoy termina la 67 cumbre del Club Bilderberg, donde los líderes más importantes del mundo han marcado las líneas maestras de los acontecimientos políticos y económicos que van a regir los destinos del mundo en los próximos meses.
Desde el jueves 30 de mayo se congregaron en el exclusivo hotel Montreux Palace, donde también se celebran las cumbres del G7 y el G20. El secretismo en Bilderberg ha sido mayor este año que en ediciones anteriores. El hermetismo y las medidas de seguridad se han extremado en un país ya de por sí blindado, pues Suiza custodia los bunkers con las riquezas y divisas de los más ricos del mundo. Entre otros, ahí está la sede del Banco Internacional de Pagos, de la ONU y de sus ministerios globales, como la Organización Mundial de la Salud o del Comercio.
Los invitados fueron trasladados por la organización desde sus países de origen y, una vez en el aeropuerto de Ginebra, recogidos a pie de pista por automóviles blindados. El jueves, los periodistas independientes llegados desde Estados Unidos fueron retenidos en una sala de seguridad del aeropuerto durante horas. Una vez liberados, no pudieron grabar a nadie, pues los invitados ya estaban en el hotel. Hay un aeródromo cerca de Montreux, en Lausanne, donde aterrizaron las personalidades de mayor nivel, con el fin de pasar completamente desapercibidos.
No deja de ser paradójico que el lobby financiero político de la súper elite se sienta necesitado de esconderse de las personas corrientes bajo los toldos y carpas de plástico con los que han cubierto y cercado el hotel.
¿Para qué se reúnen? Para influir en la creación de un nuevo orden mundial tutelado por la empresa privada, es decir, por las mega compañías que venden, compran y presionan para la instauración de las políticas laborales de todo el planeta. Ellos son los globócratas, la elite globalista propietaria de conglomerados mercantiles y fondos de inversión que superan el PIB de miles de países.
¿Quiénes son ellos? Representantes, accionistas y propietarios del dinero, los medios de comunicación globales, la banca, empresas de todos los sectores, miembros de la aristocracia y la realeza europea, los servicios secretos, líderes de la Academia y la política, sin olvidarnos de las instituciones supranacionales.
Entre ellos, el banquero alemán Paul M. Achleitner, que además de presidir el Consejo de Supervisión del Deutsche Bank es el tesorero de la Fundación Bilderberg. O José Manuel Durão Barroso, que pasó por el Club para conseguir los apoyos que le llevaron a ser el Primer Ministro de Portugal, cargo que abandonó para presidir la Comisión Europea, una de las creaciones de esta estructura de Poder. En la actualidad es el presidente de Goldman Sachs International, uno de los fuertes en Bilderberg. El suyo es un caso paradigmático de hasta qué punto cambia la vida de quienes consiguen una invitación a este elitista cónclave del poder.
Y es que a la reunión Bilderberg se asiste por invitación, que envía el comité directivo a aquellos que pueden llevar más lejos los propósitos de la entidad. Está formado por 33 miembros que además definen los temas a debatir. Después de más de una década en este círculo intermedio, el periodista Juan Luis Cebrián le cedió el testigo el pasado año a Ana Botín, presidenta del Banco Santander, consejera delegada de la filial británica del Grupo y miembro del consejo de administración de Coca-Cola. Es ella la que ha invitado a los españoles de este año: Pablo Casado, presidente del PP, Inés Arrimadas, portavoz de Cs en el Congreso, y Javier Monzón, presidente de PRISA.
Casado y Arrimadas han sido seleccionados por el clan como jóvenes promesas de la política española en un momento muy relevante: el de la composición de la nueva legislatura después de las elecciones nacionales, municipales y europeas. Lo que quiere Bilderberg es la coalición PSOE-Ciudadanos, a la que insta al PP a unirse y facilitarla. Su guión estaba escrito antes de los comicios, cuando hicieron campaña a favor de Sánchez en uno de los medios de su propiedad, The Economist. Desde sus páginas de opinión afirmaron que lo mejor para España sería que Sánchez ganase con mayoría absoluta y, en caso de no alcanzar este resultado, debía pactar con Cs “para evitar una parálisis política” en el país. Pero la revista silenció qué intereses tienen las familias Agnelli, Cadbury, Layton, Schroder y Rothschild —dueños del rotativo— en estos pactos. Y tampoco explicó que habían conocido a Pedro Sánchez en 2015, cuando fue invitado a la reunión anual de Bilderberg. Luis Garicano asistió en 2016, antes de convertirse en el vicepresidente de Alianza de los Liberales y Demócratas por Europa (ALDE), desde donde trabaja ¿por representar a quienes lo han votado o a los poderes que lo han ayudado? Albert Rivera estuvo en 2017 y 2018. Y ahora, Arrimadas. ¿Será la próxima líder de Cs? Los sumos sacerdotes han dejado claras sus intenciones.
Como doctora en Comunicación, otro de los puntos más susceptibles y controvertidos, para mí, es la presencia de periodistas y conglomerados de comunicación en las reuniones. Representantes y propietarios de Google, WarnerMedia, Financial Times, The Economist, Axel Springer, Bloomberg, The Washington Post, The New York Times o la italiana 7TV, compartirán mesa y confidencias con los con líderes de Microsoft, Ryanair, KKR, Total, Credit Suisse, HSBC, el presidente del Foro de Davos, el secretario general de la OTAN, las grandes petroleras y hasta políticos de los partidos verdes europeos. Pero todo permanecerá en secreto. Nada será publicado en sus medios.
Si hay periodistas en el interior del hotel, asistiendo a las reuniones, oyéndolo y viéndolo todo, ¿por qué no informan en los medios de comunicación en los que trabajan? Porque estos medios son propiedad de los bancos y fondos con los que están reunidos, como demostré en mi tesis doctoral. No son periodistas independientes sino serviles tecnócratas del Poder financiero, periodistas orgánicos que publicarán la visión que la súper elite tiene del mundo y de sus intereses.
Entre los temas que más les interesan y sobre los que han estado debatiendo desde el jueves, están: China, Rusia, el Brexit, el futuro de la Unión Europea, el cambio climático, el peligro de las redes sociales, la gobernanza global, una ética para la Inteligencia Artificial, la necesidad de un orden mundial estable y la importancia del espacio.
Todas estas cuestiones las he tratado y adelantado en mis ocho libros a lo largo de quince años de trabajo. Pero el más novedoso y el que entra por primera vez en la agenda es el Espacio. La guerra por la dominación tecnológica de la IA y el G5 tiene como fin principal el liderazgo de la nueva carrera espacial, que ya está revolucionando desde la industria médica a la turística, pasando por la ciencia y la jurisdicción.
Encabezan la competición Rusia, China y Estados Unidos. Aunque otros países con interesantes programas espaciales son los Emiratos Árabes Unidos e Israel, mientras que India y Pakistán se desarrollan como soportes industriales. Pero, sin duda, el cambio más significativo es que la iniciativa privada es ahora casi o más potente que la de los Gobiernos. Google, Amazon, Facebook, Microsoft, Space X, Virgin Galactic y otras empresas de Silicon Valley lideran la que la Academia ha bautizado como la Era Espacial, en la que ya estamos. Para hablar de este tema fue invitado, entre otros, el presidente del Instituto para el Futuro de la Humanidad de la Universidad de Oxford, Nick Bostrom.
El próximo mes de julio se celebra el 50 aniversario de la llegada de la humanidad a la luna y todos exhibirán su potencial y poderío.
Gran parte del “América primero” de Trump pasa por la importancia de su industria y desarrollo espacial. Por ello, y con la intención de no perder el liderazgo de USA, el presidente ha inaugurado el primer Ejército Espacial de la Tierra. Su yerno y asesor, Jared Kushner, ha estado en Bilderberg con altos oficiales del Pentágono y otros cargos de la NASA, junto a los ministros y secretarios de Defensa de la Unión Europea.
Todos tienen claro que quién domine el espacio, dominará la Tierra y nadie quiere perder su posición. La geopolítica se ha trasladado al cosmos, tomando la posición estrategia de la bomba nuclear en la Guerra Fría. Ahora, quien no tenga un programa espacial no será nadie en el nuevo status quo que dibuja el Poder en el orden mundial.
Como incluyo en mi último libro, Hijos del Cielo. Las huellas del Cosmos en la cultura humana, el Pentágono hizo el pasado año en The New York Times una revelación inesperada. Después de décadas de desinformación y silencios, afirmó que lleva años investigando las luces que se ven en el cielo y concluyó que “algunas de ellas no son de procedencia terrestre”.
Se trata del tema más trascendente para la humanidad y ha permanecido oculto y secreto durante décadas en manos del poder militar. Ahora, comienzan las revelaciones y las más importantes se han hecho este fin de semana en Bilderberg.
El Nuevo Orden Mundial es hoy la concentración del Poder en muy pocas manos, lo que siempre desemboca, como ya conoce la memoria europea, en un totalitarismo.
En muchos casos, Bilderberg se asemeja al nazismo de Hitler cuando impide la libertad de pensamiento, de opinión y de expresión. Y es que los propietarios de la industria mediática y del entretenimiento son los grandes fondos de capital que diseñan un mundo vacuo de ideas en sus laboratorios sociales.
Con su dinero, sus cargos políticos y privados pretenden manipular los destinos de todos los ciudadanos del mundo y estas pretensiones, que ya han visto los ojos de la Historia, no suelen acabar bien.
Por Cristina Martín Jiménez, experta internacional en Bilderberg