Luis Rubiales no dimite, se quiere quedar otro rato en el despacho de la Real Federación Española de Fútbol. Igual tiene que sacar cosas de los cajones o algo así. Ya lo sabremos más adelante. Y con su actitud obliga al Gobierno de España a tomar cartas en el asunto. Esperemos que Pedro Sánchez ponga en movimiento todos los mecanismos posibles para que uno de los sujetos más impresentables que se recuerdan deje el cargo que ocupa.
Dos cosas antes de hablar de Luis Rubiales.
No dimite y los asistentes a la asamblea extraordinaria, en la que ha dado un mitin grotesco y vergonzante, aplaudiendo sin filtros. No sé si produce mayor estupor una cosa o la otra. Hace pensar que el fútbol español está sumergido en machismo, en favores y facturas a pagar, en una red mafiosa que no deja lugar a nada que no sea lo que algunos quieren para seguir viviendo del cuento y a cuerpo de rey. Hablando de Rey: este tipo es presidente de la Real Federación Española de Fútbol. Real. No estaría mal que desde La Zarzuela dijeran lo que piensan y lo que sienten al ver a doña Leticia y a la Infanta junto a un tío con la mano en la entrepierna. Por cierto, la imagen que está dando este hombre de España en todo el mundo es lamentable.
No dimite este sinvergüenza y el apoyo que las mujeres de la selección están recibiendo por parte de los jugadores es muy escasa. Una pena que no hayan aprovechado la oportunidad para ‘echarle’ esos cojones de los que tanto presumen al jugar. El caso de Borja Iglesias me parece una maravilla. Renuncia a la camiseta de la selección si no cambian las cosas aun siendo (vestirla) lo mejor que le ha pasado en su vida deportiva. Además de jugar bien al fútbol, este chico está demostrando que es compatible ser futbolista, tener dos dedos de frente y ser sensible ante problemas que debemos solucionar.
Rubiales no dimite. Me viene a la cabeza una frase que se puede leer en ‘La Náusea’ de Jean Paul Sartre: «En la vida, cada uno carga con su propio cadáver». Luis Rubiales aún no lo sabe, pero lleva los pies por delante. Y no porque le quieran asesinar las mujeres (como ha dicho refiriéndose a Irene Montero, Ione Belarra o Yolanda Díaz) sino porque se pegó un tiro en la cabeza y porque, además, le ha dado tiempo a rematarse con una bomba atómica. Se ponga como se ponga, Rubiales ya ni cuenta ni dispone de tiempo.
De las muchas fanfarronadas e idioteces que ha dicho, me quedo con esa afirmación con la que recordaba que el fútbol español está en lo más alto de su historia y que él era la gran causa de ello y que no podía ser que le echaran siendo esto así. Hitler decía que él era lo más de lo más a los alemanes; Mario Conde era un súper millonario y el referente para muchos jóvenes profesionales y les decía que se fijaran en él; Trump está en ello en estos mismos momentos... Y hay que decir a este sujeto que el fútbol está en lo más alto a pesar de él (recordemos el caso de las comisiones con Piqué; el escándalo con las jugadoras de las selección femenina que renunciaron a seguir jugando...); y que estar en lo más alto no justifica saltarse la ley y hacer lo que le da la gana al primero que se siente líder. Perdón, a Luis Rubiales no le da la gana, a este, le sale de los cojones.
Rubiales dice que el beso a la jugadora era consentido y no sé qué cosas más. Miente y muestra su cobardía y su bajeza moral.
‘La Náusea’ es un libro de corte existencialista que da para mucho y me permito recordar otra frase que viene muy bien: «Nada ha cambiado y sin embargo todo existe de otra manera». De momento, nada ha cambiado y ya todo existe de otra manera. Y eso es una realidad que terminará llevándose a Rubiales por delante. A él y a sus cojones juguetones.