Los medios y los días

Machos alfa y auditorias de la Junta

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04 ago 2021 / 04:34 h - Actualizado: 03 ago 2021 / 11:36 h.
"Los medios y los días"
  • Juan Marín, Elías Bendodo y el consejero de Hacienda y Financiación Europea, Juan Bravo. María José López - Europa Press
    Juan Marín, Elías Bendodo y el consejero de Hacienda y Financiación Europea, Juan Bravo. María José López - Europa Press

El único argumento sólido que le va quedando a mis antiguos camaradas de la izquierda es el miedo al fascista, el miedo a Vox, el miedo al macho alfa de los partidos de extrema derecha. Estas líneas no las escribe un converso sino un intelectual que ha evolucionado desde el sueño místico de la alternativa marxista –que no desde la renuncia a toda la filosofía marxista- hasta el estudio de la condición humana en la que, por el momento, no tiene cabida el imaginario de la izquierda, la izquierda ha perdido la guerra, por ahora, y no tiene más remedio que enfrentarse a algo que le da pánico: la autocrítica del ayer y del hoy.

Leo textos de defensores de la que fue Junta de Andalucía del PSOE en los que intentan quitar hierro a las auditorías que está llevando a cabo la Junta actual del PP-Cs. Las ideas peregrinas que me quieren transmitir son estas: 1. La sombra del macho alfa fascista: Vox, que es quien habría obligado a PP y Ciudadanos a desarrollar las auditorias. Ya estamos con el argumento central que le queda a la izquierda: que viene el fascismo. 2. Las auditorías han registrado irregularidades, pero, no son para tanto. 3. Sin embargo, los firmantes reconocen que con una sola irregularidad que llegara desde la izquierda en el poder ya sería suficiente para condenarla o al menos criticarla porque eso no es digno de la izquierda.

Lo de siempre, sí pero no, no pero sí, de ese relativismo servil se deriva el miedo y la crítica al macho alfa sea de derechas o de izquierdas, en este caso es de derechas: hoy no se permite el pensamiento firme, no se permite lo de “a grandes males, grandes remedios”. El artículo que he leído podría comenzar afirmando que es intolerable el número de irregularidades que ha descubierto la Junta, pero como hay que arrimar el ascua a la sardina de lo que llaman izquierda aplican ese viejo chascarrillo en el que una señora llega a su casa y sorprende a su marido copulando con otra. El marido, para quitar hierro, le dice a su esposa: “Aquí estamos, follandillo”. Pues la Junta del PSOE ha estado follandillo y además el gobierno actual de la Junta no ha desarrollado las auditorías por su voluntad sino por voluntad de los machos y hembras alfas fascistas, o sea, la cantinela de la siempre: la derecha está en manos del fascismo que ya hay que ser dócil y tener poca capacidad de autocrítica profunda y de no ver la viga en el ojo propio para, en las circunstancias actuales, afirmar eso, como si, además, los ciudadanos de a pie en general y algunos que hemos estado a pie de tajo en el mundo periodístico desde 1982 no hubiéramos leído y vivido de alguna manera el tinglado de favores y clientelismo que ha creado el PSOE y que aún sigue ahí.

Yo no sé lo que hará en un futuro la derecha en Andalucía, si procede como no me agrade usaré mi libertad de expresión contra ella. Lo que sí puedo afirmar en estos momentos es que existe un ambiente de ilusión en Andalucía como no lo notaba en decenios de siesta socialdemócrata con el apoyo a veces de IU, a veces del PA. Hay un discurso por parte de Moreno Bonilla de querer comerse el mundo y eso es lo que necesitamos. El PSOE, ahora, que se quede en la reserva y se retire a sus cuarteles de invierno a ver si logra ser lo que fue en 1977 y en 1982. Ya no se acuerdan ni de las huelgas de hambre de Rafael Escuredo contra el gobierno de Madrid, ésas que los periodistas vivimos en primer plano porque podíamos ir a ver al huelguista en el Pabellón Real de la Plaza de América de Sevilla. Llovió mucha ilusión desde entonces y a partir de 1982 empezó a llegar la sequía. Y menos se acuerdan aún de la coherencia y la honradez que desde su despacho de la antigua sede de la Diputación Provincial de Sevilla –hoy Casa de la Provincia- proyectaba el primer presidente andaluz allá por los finales de los años 70: Plácido Fernández Viagas, al que tuve el honor de entrevistar dos veces.