Ayer era domingo de gentío. De Feria, de comuniones, de comidas varias. Ritos primaverales que tanto gustan en el sur. Ayer, también, fue el Día de la Madre, y lo noté porque muchos negocios de flores y plantas abrieron en jornada de descanso para apurar hasta última hora y sacar de un apuro a los rezagados. Quiero salirme de la muchedumbre. Quiero dedicarle hoy mi espacio a lo que una MADRE se merece, más allá de su día.
Porque MADRE es un título que se gana desde el momento primero que nos conciben. Es un lazo de unión eterno que se siente aunque no estés cerca. Es el llanto desgarrado por querer vernos por primera vez tras mimarnos cuarenta lunas en sus entrañas. Es el abrazo primero tras ver la luz, con miedo de no saber qué nos deparará el futuro.
Es el faro que nos guía en las noches oscuras, que siente y padece como si fuéramos nosotros mismos. Sus labios son el termómetro perfecto en días de fiebre y la medicina más sanadora con un simple beso o abrazo cuando ni siquiera sabemos balbucear una palabra. Es la tirita del primer tropezón en el parque, la primera abogada defensora ante el futuro matón o matona del barrio y la primera maestra para aprender a leer y a escribir.
Es también especialista en lanzamiento de babucha ante tu primer suspenso, de muñeca fácil cuando te has hecho el gracioso alguna vez. Es el detector de olores ante tu primer cigarro a escondidas o el mejor alcoholímetro cuando sales por primera vez al local de moda. Es la ITV: La inspección Técnica de Vestimenta ante tu primera noche de farras. Es un reloj más exacto que el de la Puerta del Sol ante tanto trasnochar; la primera educadora sexual; la verificadora de amigos que no falla. El ojo clínico sin fisuras.
Bromas aparte, es la mirada que habla en forma de puñal o de caramelo, que riñe o que apoya, que anima o recrimina, pero que es bálsamo ante cualquier tipo de herida del alma. Es tu mejor consejera ante el chico o chica que te gusta, la que lo sabe todo de ti, pero que te deja tu espacio para que crezcas y sepas, porque ella ya lo sufre, lo jodida que es la vida en esta jungla llamada sociedad en la que vivimos. No es tu amiga. Es tu MADRE.
Pero es también trabajadora, luchadora, feminista y guerrillera. Reivindicativa en casa, en su trabajo y ante el que oprime. Es la continuadora de lo que fueron nuestras abuelas y nuestras bisabuelas. Incansables ante lo que aún significa ser mujer y madre en esta sociedad que sigue dando pasos, pequeños, pero firmes hacia un mundo más equitativo y sin barreras ante ellas. Es Pepito Grillo cuando no sabes dónde ir o dónde acudir, tu alma gemela allá donde estés, energía pura aunque desfallezcan sus fuerzas.
Si aún tienes la suerte de disfrutarla, felicítala también hoy, pues ser MADRE es ser todo esto y mucho más. Si, por desgracia, ya no está a tu lado, sirva esta columna de hoy como homenaje a ella, para que con una sonrisa y la emoción que te traen todos estos recuerdos, la tengas presenta más allá de su día. Porque ser MADRE es ser creadora y continuadora de vida y eterno pilar en el que apoyarse. Esté o no. Porque sigue cuidando de ti. Ve y abrázala. O recuérdala. Feliz no día de la Madre. Felicidades por ser MADRE cualquier día que no sea tu día.