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Manolete y sus dos tragedias

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01 sep 2020 / 04:00 h - Actualizado: 01 sep 2020 / 04:00 h.
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Hace 73 años.-

Máxima figura del toreo.

Manolo Caracol, se comentó, que fue el que presentó a «Manolete» a Antonia Bronchano, “Lupe Sino”, en el famoso bar de «Chicote».

“Lupe Sino” murió de un derrame cerebral en septiembre de 1959. La novia del torero, que no su esposa, guardó un hermético silencio tras la tragedia de Linares. Tuvo varios ofrecimientos para hacer una película contando sus amores con «Manolete», pero los rechazó todos. Hizo una película que se titulaba «La famosa Luz María», de Mignoni, tuvo una pequeña intervención en «La mies es mucha» y marchó a México, en donde se casó con un abogado que, se llamaba Manuel Rodríguez. Regresó a España ya separada de su marido.

El día 28 de agosto de 1947, no pudo ver al torero con vida porque Álvaro Domecq le cortó el paso cuando «Manolete» expiraba. (El Ruedo, 17 de septiembre de 1959).

Pepe Luis Vázquez, en una entrevista que le hicieron en Blanco y Negro, hablaba así de «Manolete»:

— ¿Se imagina cómo sería ahora si viviera?

—Me lo imaginaría yendo a sus fincas, organizado y, por supuesto, casado con “Lupe Sino”. Seguro que sí porque no he visto a nadie tan enamorado como taurino.

A “Manolete” le encandiló una gitana de Córdoba que se le conocía por «Romanita».

Antonio Bellón, crítico y dibujante de Dígame, cuenta algo representativo del último viaje de «Manolete» la víspera de Linares:

“Manolo, después de cenar en Manzanares con Camará y Guillermo, cogió el coche y me fue contando sus proyectos. Me dijo que se iba a casar con Antoñita —«Lupe Sino»—, y que esperaba que yo consiguiera llevar a su madre a la boda porque se oponía y él no concebía casarse sin la presencia de doña Angustias”.

“Manolete” no solucionaba sus asuntos personales, y se debilitaba física y psíquicamente, por lo que a «El Pipo» le pareció una locura lo de ir a Linares a matar Miuras. Estaba lo de la competencia con Luis Miguel, pero era una temeridad, conociendo la casta de Manuel Rodríguez, llevarlo a esa batalla. «El Pipo» no quiso acompañarle en las últimas corridas y, cuando llegó a Linares, ya el torero estaba en las últimas. Dice que “Lupe Sino” entró en la habitación cuando ya había fallecido “Manolete” y acompañada por Concha, la mujer de «El Yoni.

Un apartado más agradable es el que se refiere a los primeros amores de «Manolete»: la señorita Eraso, a la que “Manolete” no le dijo nunca nada por temor a que le contestara que no.

Dice “El Pipo” que también recordó la feria de Algeciras de 1942, cuando «Manolete» le brindó un toro a Isabel Sosa, una de las chavalas más guapas de España y de más personalidad de Cádiz, ojos y cabellos negros, peinado tirante y moño en la nuca. Una morenaza.

«Qué guapa y qué clase tiene que tener, me gustaría conquistarla para que fuese mi novia».

Puede que tenga razón Pepe Luis Vázquez y, si «Islero» no mata a «Manolete», ahora tendría hijos y nietos taurinos.

¿Tanta gloria para este triste final? Yo creo que el único que no se lo merecía era Manuel Rodríguez “Manolete”.

Pero hay otras versiones sobre estas mismas historias y Quiroga menciona a una farmacéutica de Sans, a otra madrileña que le sigue por los hoteles, la bilbaína de Begoña y una alemana que le veía en Barcelona. Pequeños sucesos que siempre tienen los toreros y más los triunfadores.

Comentan que Lupe sino dijo antes de conocerle en “Dígame”:

«A mí me gusta el toreo de “Manolete”. Por encima de todos. ¿Usted ha visto valor más escalofriante que el suyo? ¿Y su serenidad? ¿Y su desprecio de la vida?

...Yo me vuelvo loca aplaudiéndole cuando torea. Mire: en la corrida de Beneficencia, después de aquello que hizo de no retirarse cuando el toro se arrancó hacia el engaño, se me descompuso el reloj de pulsera de tanto aplaudir. Y luego pasaba por el callejón y le grité. “Eres el más grande del mundo”. Me miró, me dio las gracias muy atento... ¡pero sin sonreír! ¡Ah sí “Manolete” sonriera!”.

La que no le gustó una pizca esta relación, fue doña Angustias, la madre de “Manolete”, y le quería apartar de esos líos para lo que aducía razones de distintas clases, sobre todo algunas concretas de las relaciones previas de «Lupe» con otros hombres y un matrimonio en la guerra civil con un comisario político, matrimonio no considerado válido al terminar el conflicto bélico. Pero, sabiendo la ilusión que a su hijo le hacía el tener descendencia, doña Angustias le aseguraba que a la Bronchano le habían quitado la matriz y no podía ser madre. Mucho le tenía que importar a «Manolete» «Lupe Sino» puesto que su dependencia de la madre era vital e importantísima y ni siquiera tan fuertes argumentos pudieron hacerle cambiar de criterio.

Así mantenía Álvaro Domecq después de la tragedia:

«Se explica que Manolo, que era un hombre tímido, se apasionara tan intensamente por “Lupe”. Era su primer amor “al completo”. (¿Y el único de toda su vida, si se exceptúa a “Romanita”?)

¿Y tú, qué opinas de esto? Mira —le dije— si tú tienes valor para colocarte delante de un toro y lidiarlo, como sabes hacerlo, quieto, en el centro del redondel, pienso que acabar con eso..., si no te gusta o crees que no te conviene, no tienes nada más que replegar la muleta y alejarte del peligro. Luego... se dijo aquello, de que yo me había opuesto a que ella pasara a ver a Manolo en trance de muerte ya, en una sala del hospital de Linares. No es verdad. Si “Manolete” hubiese expresado su deseo de verla, yo, aun saltando sobre imperativos religiosos, muy arraigados en mí, no me hubiera atrevido a negar ese deseo a un moribundo. Pero el torero, adivinando, quizá, la muerte, solo se acordó de su madre, y de las devociones entrañables de las que siempre hizo gala». (AMORES Y DESAMORES TOREROS. LA VIDA SENTIMENTAL EN EL MUNDO TAURINO. De Benjamín Bentura Remacha)