Soy de los que piensan, seguro de ello, que tenemos una juventud, en general, preparada y con valores. Pero también que hay jóvenes violentos que no pueden andar sueltos, y andan sueltos. Uno de estos jóvenes iba el otro día en el metro de Madrid, un sanitario le pidió que se pusiera la mascarilla y, como muestra claramente un vídeo, le zampó un revés con un punzón o puño americano y lo tumbó, agresión por la que posiblemente la víctima haya perdido la visión del ojo derecho. El mierdecilla de 19 años lo agredió y se fue tan campante sin que nadie lo agarrara y lo entregara a la policía. Nadie fue tampoco a socorrer al infortunado sanitario, en una escena que te pone enfermo.
Estamos vendidos y esto no tiene un arreglo fácil con una sociedad tan blandita y un gobierno desastroso en todos los sentidos. Los jóvenes violentos están crecidos y el resultado está ahí: en pocos días, es asesinado Samuel de una brutal paliza grupal, apuñalan de muerte a otro joven de 18 años y agreden a un sanitario en el metro. Ya han detenido a la bestia, un joven con antecedentes que seguramente irá a la cárcel pero que merecería un castigo mucho más duro porque un salvaje como él no debería andar suelto. Cuando le pegó sin piedad en la cara con un puño americano, se escuchó que le dijo: “Ojalá te mueras”. Solo por decirle que se pusiera la mascarilla, obligatoria en transportes públicos.
Su evidente desprecio por la vida de los demás es un peligro público y, a pesar de los antecedentes por robo, estaba suelto. Hay panaderos que se levantan a las cuatro de la mañana para darle de comer a un niñato que no merece ni pan mojado en una celda, sino algo mucho peor que eso. Ante casos como este o los citados unas líneas más arriba, cabe preguntarse si no ha llegado el momento de que los ciudadanos podamos defendernos de estos animales que nos pueden matar como a perros en plena calle, como hicieron con Samuel. La policía hace su trabajo, qué duda cabe, pero tiene miedo a hacerle daño a una rata como el agresor del sanitario, porque entonces se le echaría encima la sociedad, un país donde el delincuente está protegido, en el que te pueden quitar tu casa y ni siquiera puedes entrar a coger tu ropa. Con eso está dicho todo.
Hace unos días vi cómo un individuo le pegaba a dos policías en el metro de Madrid y no fueron capaces de reducirlo entre los dos, a pesar de llevar armas y porras. Tampoco nadie ayudó a los policías. La gente tiene miedo, se siente insegura, desprotegida, de ahí que nadie atrapara al agresor del sanitario, ni socorriera a la víctima. Esto tiene mala pinta.