Correr no es de cobardes

Maratón en Sevilla, a pesar de todo

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30 dic 2019 / 12:03 h - Actualizado: 30 dic 2019 / 12:14 h.
"Atletismo","Correr no es de cobardes"
  • Foto: Dani Quintero
    Foto: Dani Quintero

En el famoso año de 1992, cuando Sevilla lo podía casi todo, nos visitó el Director Médico del Maratón de Nueva York, invitado del por entonces Presidente del Club de atletismo San Pablo, Antonio Jiménez. Este médico portorriqueño, Andy Rodríguez, me contó una curiosa anécdota. El alcalde de la ciudad citó a la directiva del Road Runner Club, organizador del famoso maratón de la ciudad de los rascacielos, ese que todos los maratonianos, cual viaje a La Meca, deberían correr al menos una vez en la vida.

La importante cita era para plantearles que estaba pensando seriamente cancelar el evento deportivo, debido claro, a las quejas de muchos neoyorquinos sobre las dificultades para el tráfico, los cortes de calles y avenidas, la policía ocupada en la seguridad, y todas esas quejas que todos conocemos en nuestra ciudad en Semana Santa, en Feria y casi una semana sí y otra no, si vives cerca de la Alfalfa, lugar sitiado por traslados y procesiones de muy diversa motivación e intención.

La directiva fue bien preparada a dicha reunión, escucharon las razones del señor alcalde y dejaron sobre su mesa un informe sobre el impacto económico en la ciudad de dicha carrera que pensaba suspender. Un par de semanas más tarde, los directivos fueron convocados de nuevo a la oficina de tan importante autoridad que rige una de las ciudades más atractivas del mundo, y casi sin tiempo para las cortesías, les preguntó si serían capaces de organizar dos maratones al año, tal era el impacto positivo del evento.

A ocho semanas del maratón de Sevilla, los sevillanos deberían tener una idea más abierta de lo que supone este evento en la ciudad. Sí, claro, causa molestias similares a las que estamos tan acostumbrados, pero falta aún la mentalidad neoyorquina de apoyo, de orgullo y reconocimiento, hay que salir a la calle, alentar a los que llamados por un bondadoso circuito, buscan mejorar sus tiempos o experimentar la euforia de correr los cuarenta y dos kilómetros y ciento noventa y cinco metros que separan la salida de la meta. Hace falta que el gremio de la hostelería y restauración, ese que tan fácilmente se queja, aunque sea esperando los malos tiempos, se dé cuenta que tiene una oportunidad de hacer la estancia de los corredores y sus familias más agradable, porque probablemente, Ryanair no va a durar toda la vida, pero el maratón es, y debe ser, una identidad para la ciudad.

Faltan ocho semanas para que colectivos de vecinos, escuelas deportivas, colegios e institutos se movilicen en un día de trágico aniversario para la democracia española, esa que de nuevo está en peligro. Salgamos a la calle a disfrutar, a hacer sentir el calor de esta ciudad, incluso en el mes de febrero.