Del mismo modo que una fábrica de ladrillos va mal si no se venden, eso, ladrillos; una cadena de televisión va mal si el índice de audiencia, que es lo que dice lo que se ven los programas emitidos en los hogares españoles, va de pena. Y eso es exactamente lo que está pasando en Mediaset. Los datos no acompañan y por más que intentan remontar y lograr que esos índices se enderecen, no son capaces; y la cosa se está poniendo fea de verdad. Pero ¿para quién se está poniendo difícil?
Una de las periodistas que parecen estar en el punto de mira es María Patiño como presentadora de Socialité. Su programa va de mal en peor y es superado por programas repetidos de La Ruleta de la Fortuna. Es casi trágico y, desde luego, es muy insultante.
Socialité empezó bien. Temas nuevos, ampliaciones de lo que ya se conocía, una presentadora que mostraba ganas y mucha vida frente a la cámara... Ya no es así. Los temas son conocidos y no se aporta nada de nada, prevalece el yoismo de la presentadora y el formato está quemado como todo lo que tiene que ver con Sálvame. De esta crisis no se libra ni la periferia.
María Patiño sobreactúa; María Patiño grita sin control; María Patiño interrumpe las intervenciones de sus compañeros porque cree que su punto de vista es el importante y que lo que dicen los demás son chorradas; María Patiño creía ser una súper estrella de la televisión y no es así. Su programa ha perdido vigor, autenticidad y no divierte ni a las ovejas. Por mucho que repita, María Patiño, que es una profesional todo terreno y majestuosa, no lo será nunca jamás.
Cuando las cosas van mal, los primeros que tienen problemas son los recién llegados y los que son veteranos, cobran una pasta y no aportan gran cosa. En Mediaset, como en todas las empresas del mundo, pasará lo mismo si es que no está pasando ya. Y María Patiño estará siendo valorada con lupa. Si Socialitè desapareciera de la parrilla sería un duro golpe. Si, además, Sálvame va por el mismo camino...
Parece que el problema de las audiencias es grave y que la ventaja que Antena 3 está tomando marca una seria tendencia en la forma de hacer televisión y, también, de ver televisión. Tanta mugre, tanto insulto y tanta insensatez (Belén Esteban o Paz Padilla hablando de la pandemia o de la crisis económica son claros ejemplos) son un equipaje pesado e insoportable. Eso y la pasta que cuesta mantener a indocumentados.