Maurice Bishop, el inolvidable estadista caribeño

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08 abr 2022 / 08:28 h - Actualizado: 08 abr 2022 / 09:32 h.
  • Maurice Bishop, el inolvidable estadista caribeño

El día anterior a su intervención en la ONU, en octubre de 1984, Thomas Sankara, el entonces mandatario de Burkina Faso, hizo una visita al famoso barrio neoyorkino de Harlem, invitado por la Coalición Lumumba, y tomó la palabra en el Instituto Harriet Tubman. Allí se refirió en estos términos a su alter ego, Maurice Bishop, asesinado hacía un año: “el año pasado estuve con él y nos hemos dado consejos mutuamente; si no queremos que se asesine a otros Maurice Bishop, tenemos que luchar contra el imperialismo” dijo, lamentando profundamente el horrible homicidio de su homólogo, quien fue, sin duda, un personaje atrayente. Existen unas sonantes semejanzas entre el estadista africano y el que fue primer ministro de la isla de Granada, entre marzo de 1979 y octubre de 1983. Ironía del destino, Sankara, pese a sus advertencias, murió también asesinado. ¿Quién era Bishop?

Maurice Rupert Bishop nació en 1944 en Aruba, una pequeña isla caribeña adonde sus padres, originarios de Granada, habían emigrado en busca de unas mejores expectativas de vida; conoció la tierra de sus progenitores cuando cumplió los 6 años. Maurice cursó estudios primarios y secundarios y destacó como un alumno brillante, con mucha inquietud, y se graduó con una medalla de oro por sus excepcionales cualidades. En su recorrido académico, se cruzó con el líder estudiantil Bernard Coard y se fraguó una amistad entre ambos. En 1963 se marchó a Inglaterra para cursar derecho, mientras que Coard se dirigía a los EE. UU. para comenzar económicas. En Londres, Bishop estudió las obras de Marx y Lenin y quedó particularmente impresionado por las enseñanzas del ideólogo tanzano Julius Nyerere y del psiquiatra Frantz Fanon. En 1969 egresó de la facultad con el título de abogado.

Tras retornar a Granada, se dedicó de lleno a la política y participó en distintos movimientos de protesta contra el primer ministro de la isla, Eric Gairy; en enero de 1974 tuvo que enfrentarse a un hecho luctuoso: el asesinato de su padre, Rupert, abatido a tiros en una manifestación. El 6 de febrero del mismo año, víspera de la independencia de Granada, Maurice, detenido bajo la acusación de conspiración para asesinar al primer ministro, fue liberado dos días después. Al frente del partido MNJ (Movimiento de la Nueva Joya) que ayudó a crear, ejerció durante algunos años el cargo de jefe de la oposición en la Cámara de Representantes frente a Gairy, que no dudó en recurrir al terrorismo y a las elecciones amañadas para conservar el poder. Hombre de imponente estatura y de porte elegante, de Bishop eran notorios sus dotes de excelso tribuno.

En marzo del año 1979, se produjo en Granada una revolución socialista y el MNJ tomó el poder. Pese a sus reticencias iniciales, Bishop terminó por ocupar el cargo de primer ministro y Coard la cartera de Economía, siendo luego este último viceprimer ministro. El joven gobierno abordó temas pendientes de la realidad granadina: la educación, la sanidad, la igualdad de género; además, la reforma agraria, la lucha contra el racismo y el paro fueron sus esenciales preocupaciones. Se organizaron fructíferas campañas de alfabetización y la asistencia sanitaria era pública y gratuita; a la mujer se le otorgó la paridad en la remuneración, la licencia pagada por maternidad y se declaró ilegal la discriminación sexual. En el ámbito de las infraestructuras, se realizaron importantes obras de construcción de carreteras y se empezó a edificar con fondos cubanos un nuevo aeropuerto internacional para fomentar el turismo. Este aeródromo provocó serias disputas con el gobierno norteamericano que afirmó que serviría de punto de apoyo para los aviones militares soviéticos en el contexto de la Guerra Fría. En materia de defensa, se fundó el Ejército Revolucionario del Pueblo y la política exterior se caracterizó por el fortalecimiento de una buena relación con los países de obediencia comunista.

La permanencia de los revolucionarios en el poder estaba casi abocada al fracaso. Su orientación ideológica, los repetidos intentos de los partidarios de Gairy por recuperar el mando y las enconadas divergencias doctrinales y caracteriales en el seno de la dirigencia, iban agrietando de manera indiscutible la frágil estructura del gobierno incipiente. Maurice Bishop era un líder carismático, moderado, partidario de buscar siempre el consenso en el seno del partido y simpatizante de la vía castrista, y Bernard Coard, un hombre dogmático, radical y de tendencia moscovita, poco dado a hacer concesiones, todo esto aumentado por su ambición personal, que reprochaba a Bishop lentitud en sus acciones y debilidad a la hora de defender los postulados revolucionarios. Pese a los pocos años del nuevo gobierno, fueron tangibles los logros sociales, pero salían a la luz estos desacuerdos que alcanzaron su punto álgido cuando el 13 de octubre de 1983 se produjo un golpe de Estado, encabezado por el general Hudson Austin, con el apoyo de Bernard Coard. Tras un tiempo de confusión, Maurice Bishop, de 39 años, y quince compañeros suyos, algunos de su propio gabinete, fueron fríamente fusilados el 19 de octubre. La Administración norteamericana aprovechó esta coyuntura, y seis días después, dentro de la operación denominada Furia Urgente, tropas estadounidenses acompañadas de las de varias naciones caribeñas invadieron la isla. Coard y sus acólitos fueron arrestados, juzgados como vulgares delincuentes y condenados a largas penas de prisión; Coard salió de la cárcel en el año 2009.

Así fue el trágico destino de Maurice Bishop, un hombre de Estado de raza, y finalizó prematuramente una de las experiencias revolucionarias más emocionantes del mundo, curiosamente truncada por una facción radical del partido que la capitaneó. Hasta la actualidad, el cadáver del mandatario y los de sus compañeros no han sido encontrados. El aeropuerto que falsamente generó tanta controversia, lleva desde hace doce años el nombre de Maurice Bishop, como homenaje bien merecido al malogrado líder.

Aprovecho esta ocasión para manifestar mi más firme condena a la habitual injerencia de los EE. UU. en los asuntos internos de los países de la región.


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