Los medios y los días

Meditación a un año de las elecciones

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20 dic 2022 / 04:00 h - Actualizado: 20 dic 2022 / 04:00 h.
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Una carajotada como otra cualquiera pero como soy un burguesito que no tiene que preocuparse por determinadas cuestiones de primera necesidad material y ahora no tengo ganas de pensar en profundidades –que son las cuestiones de primera necesidad para mí- me voy a permitir lanzar unas reflexiones sobre la marcha acerca del panorama político que tengo ahora con vistas al voto dentro de un año que, salvo milagro, y si estoy vivo y en condiciones, será el voto del no voto, que también es una postura democrática que llevo practicando desde hace bastantes legislaturas. Sólo fui a votar una vez a Podemos, tenía una hija en Londres con dificultades de emitir su voto por correo y me rogó que votara por ella. Ella se abstuvo por causa ajena a su voluntad y yo voté a Podemos, por un hijo se hace hasta eso que es lo que ella quería. Y ella se abstuvo por mí.

A la derecha tenemos unas formaciones que aún no se han despojado del antiguo régimen del todo. No han asumido el ideario laico liberal con claridad, todavía coquetean con la religión y la sagrada propiedad privada. Afirman que, como indica la Constitución, la soberanía en España reside no en el Parlamento sino en el pueblo español al que están sometidos todos los ciudadanos y las instituciones. Entonces agarran sólo la segunda parte de la idea: fuera el Parlamento –que es una cosa concreta- y dentro el pueblo español que no sé exactamente lo que es, el pueblo español es como tener un tío en América, insisto en que si el rey de Marruecos quiere hacerse con Ceuta y Melilla ahora lo tiene a huevo porque la selección de fútbol ha llenado a todo el Magreb de felicidad y Argelia no quiere nada con nosotros. ¿Quién iba a oponerse a una toma de Ceuta y Melilla? La OTAN no, no está en sus artículos porque no caen en el perímetro defendible y en cuanto al gobierno, puede que Pedro Sánchez moviera un dedo como para la galería y Podemos hasta puede que pueda comprender ese acto de descolonización de dos ciudades sometidas por la bota española.

Además, no tenemos balas, se las hemos mandado a Zelenski, nada menos que persona del año en Time, sólo nos quedan los cañones sin agujero de la guerra de Gila. No hay pueblo español, no lo veo por ninguna parte, a menos que ocurra como cuando Napoleón invadió la península que, como venía con ideas revolucionarias, los curas desde los púlpitos llamaron a la insurrección mientras muchos intelectuales españoles se volvieron afrancesados al considerar que Napoleón por fin pondría colofón al antiguo régimen. Perdió Napoleón, pero es que también perdió “la Pepa” gaditana de 1812. Por culpa de la derecha de cerrado y sacristía. Y a casi todo el pueblo español le dio lo mismo.

Si la soberanía reside en el pueblo español es el pueblo español el que debe ser atendido en primer lugar. ¿Es eso lo que hace la derecha? Sí, porque cree que al pueblo se le atiende estimulando a las minorías que se supone que van a crear puestos de trabajo. Se supone, porque nunca eliminan los paraísos fiscales y la miseria aumenta, colocan el parche ese de vigilar a los que defraudan al fisco pero al fondo de la cuestión no van. Ni la derecha ni la izquierda del sistema. Y cuando llega la izquierda a coger al toro por los billetes robados al soberano pueblo español –en la Bolsa, en las grandes empresas, en los paraísos fiscales...- entonces llaman tiranos, comunistas, bolivarianos, a los que desean defender al pueblo soberano de una forma distinta a como creen ellos que hay que defenderlo.

La gente además se ve que o no se entera o no quiere que se eliminen esas cosas tan dudosas que hacen “los ricos” porque los siguen votando. ¿Por qué? Puede que sea porque en realidad no hay izquierda sino un grupo de folloneros gritones que han incendiado al pueblo español y lo han roto más aún de lo que ya estaba. Para más inri, han estimulado la vagancia en la Educación, han empoderado a los jóvenes hasta el punto de colocar a los padres a su servicio, se han unido así a ideologías ultramontanas; en nombre del progresismo se creen que todos somos iguales con lo cual salen perdiendo los más preparados y emprendedores; creen que el aborto es progresista, levantan paredones con los que fusilar a quienes se salgan de las cuatro idioteces que defiende la posmodernidad, un concepto inventado para algo que no existe. La izquierda no desea que la realidad biológica y científica en general le estropee los sueños que elabora con su digamos aparato límbico cerebral, ése que necesita para otorgar sentido a su existencia lo mismo que otros la entregan a una imagen religiosa o a unos partidos de fútbol.

En fin, que, por ahora, este no es país para viejos como yo. Que no voto, pero, eso sí, estoy deseando que se líe la que se va a liar gane quien gane dentro de un año. Lo mismo lo gozo comiéndome las uvas con San Nicolás en el Cielo.